En los meses en los que estoy escribiendo estas páginas que
a nadie van a jalear, he cumplido cincuenta y cinco años.
Y cuarenta y dos de trabajo.
Todavía adolescente aprendí a trabajar el hierro en frío.
En un ambiente familiar en el que reinaba la escasez hube
de aprender a sacarme las castañas del fuego y esa necesidad cambió por
completo la concepción del trabajo afecta a la producción, al precio y al coste
y al valor del trabajo que tenía mi padre.
Luego fui capaz de conciliar todos aquellos elementos y
puedo creerme que fue una época en la que conformó mi carácter y muy instructiva,
tanto, que dio algunos frutos que todavía perduran.
Tenía veintisiete años cuando acabó aquella historia.
Era el año 1984.
En ese año empecé a trabajar en una empresa de distribución multinacional y en ella empecé a ver un mundo que antes nunca había visto: la relación con el resto de los compañeros empleados de la empresa. Enseguida me ofrecieron asumir responsabilidades en la organización, nunca sabré si por méritos propios o deméritos de los demás. Unas responsabilidades que acepté de buen grado dada mi disposición al trabajo y al esfuerzo con el que creía que me podía ayudar a crecer profesionalmente con todas consecuencias.
Hube de saltar de aquella empresa cuando comprobé que
alguien quería cortar la hierba bajo mis pies y como no entendía qué pasaba
hube de salir corriendo: sin ver el lado perverso del trabajo.
En 1987 me inicié en una empresa cooperativa, lo que se
llamaba de trabajo asociado, en la que estábamos trabajando entonces más de mil
personas, tratando de salir adelante en el
mundo de la distribución.
Cuando abandoné aquel mundo tenía treinta y cinco años.
Tenía la suficiente experiencia como para comerme el mundo.
Para aquel entonces, al margen de mi trabajo, de una manera
más voluntariosa que profesional, había ayudado a muchas personas a crear su
propia empresa o su propio puesto de trabajo. Pequeños negocios, que ya en
aquellos tiempos se iniciaban en un régimen de mera subsistencia, aunque todos pensaran
que se estaban montando un negocio con el que iban a poder ganar dinero y
asegurar su futuro.
Desde un núcleo que componían cuatro personas jóvenes
inicié un proyecto con características de Sociedad Anónima en el que
progresivamente las personas que trabajaban tomaban una pequeña participación
abierta y sin límites, en una actividad en la que se producía, distribuía y
comercializaba con un cierto grado de investigación y desarrollo con una
plantilla que crecía cada día.
Aquello para mí duró cinco años en los que hubo una
importante expansión de la actividad empresarial y sin que me permitieran que
tomara asiento, la hube de dejar de aquellas maneras, porque aquel proyecto no
lo entendía nadie de los que estaban participando.
En la actualidad y desde poco antes de que naciera el
siglo, me dedico a ayudar a algunas pequeñas empresas para que no lleguen a
naufragar en medio de esta crisis sistemática. Parte importante de este trabajo
la hago de manera altruista: me duele ver naufragar a la gente entre las aguas
de sus ilusiones sin saber cómo salir.
Esta ayuda, en los años pasados más profesionalizada por mi
parte, les servía para que se ubicaran en la cresta de la ola en la que nos
colocaron y que no se creyeran las promesas de los gurús económicos y desde
hace unos años tratando de defenderse en estos tiempos de crisis que nos tienen
a todos sometidos y siempre para que se pudieran ganar la vida dueños, socios y
trabajadores.
En resumen de mi vida laboral:
* He trabajado en pequeña empresa y
en empresa grande.
* He trabajado en el mundo de la
producción: fábricas y talleres, de la distribución y comercialización:
logística, almacenes y tiendas, y de los servicios de gestión.
* Entre unas cosas y otras, dando
sentido a las diferentes etapas de mi vida por las que he debido de pasar, y
siempre por necesidad para alimentar mi casa, he trabajado de: aprendiz de
herrero, peón industrial, camarero, vigilante, almacenero, peón albañil,
comercial, contable, ejecutivo, consultor.
* He trabajado en empleos muy bien
pagados y en otros muy mal pagados y en otros muchos más de manera altruista.
* Me he visto inmerso en
organizaciones con estructuras de toma de decisión verticales y otras con unas
maneras tan horizontales que hacían casi imposible tomar ninguna decisión casi siempre
en medio de conflictos y temores.
* En todo este tiempo he contratado
o colaborado a contratar para trabajar a muchas personas y he despedido o
colaborado a despedir a otras muchas.
* Para muchos he sido el mejor
compañero del mundo y les he dejado una huella muy positiva… pero para otras
personas mejor si no me hubieran conocido porque todavía tienen pesadillas
conmigo.
* En esta variedad de empleos y
situaciones, son muchas las cosas que he tenido que hacer y antes desconocía.
Otras muchas me sobrepasaron y de alguna de
ellas nunca podré dar las suficientes explicaciones.
Siempre con las manos limpias y a pecho descubierto
Y tratando de no dar importancia ni al trabajo ni al
dinero.
Mientras tanto, desde una posición vital para asimilar
insaciable, creo que casi todos los días de mi vida he tratado de aprender
algo.
* Aunque nunca lo he hecho de manera
reglada he estudiado de casi todas las materias que se puedan estudiar.
* He escuchado a muchas personas y
de algunas he aprendido mucho más de lo que ellas pretendían y más de lo que
sabían.
* Me he preocupado por todos los
problemas con los que me he encontrado y me he enfrentado a ellos tratando de
buscarles solución.
En todo este recorrido creo que he aprendido lo suficiente como para dar estructura ideológica a aquello que había soñado de joven y que me parecía imposible pudiera ser realidad un día, y he llegado a la conclusión, de que, quienes son como yo, es decir: o la gran mayoría de la población, el noventa por ciento de cualquier estadística, nos hemos valido de nuestro trabajo y en todo caso del trabajo de los demás para subsistir y salir para adelante.
Mientras tanto, durante toda mi vida, escribía mis cosas
que no espero que lleguen a cambiar el mundo pero que sin duda servirán para
cambiar el mundo vital de algunas de las personas que las lean y que les hagan
ver la vida de otra manera a la que yo la he visto y en eso estoy en estos
momentos en los que todavía me persigue la vida.
Así espero seguir trabajando para comer hasta unos minutos
antes de que me despida la vida. Y procuraré seguir viviendo con las mismas
certidumbres con las que vivo ahora que no tengo ninguna, y con el
convencimiento que tengo ahora de que nada puedo perder más que la vida y en la
que ni la muerte me produce temor.
En estos días en los que al menos sicológicamente me
encuentro en una situación en la que no me afecta nada, aunque me afecte todo,
en la que conscientemente paso de todo aunque con todo entretenga mi tiempo, en
que lo mismo me da la leche que el caldo de la teta, trato de decir por todos
los lugares por donde hablo o escribo aquello que he callado durante muchos
años
Me he convencido además de que si cuando era joven pensé en
que se podía cambiar el mundo y al final no pude con la dificultad que
entreveía posiblemente porque el entorno en el que vivía me acobardó la vida, ahora,
sin embargo, de viejo, con otros viejos, ayudando a aquellos jóvenes que como
nosotros antes lo quisimos cambiar, sí que podemos cambiarlo: que ya va siendo
hora.
Creo que tengo conocimiento, fundamentos y experiencia como
para poder hablar de trabajo que es uno de los aspectos vitales y determinantes
de la vida de las personas y fuente de casi todas las injusticias que se dan en
el mundo moderno, y por eso hablo.
Todavía así, antes de empezar a juntar estas ideas tengo
fama entre algunos de ser un charlatán y no haber trabajado en la vida.
Creo que es importante tener noticias de mi puño y letra de quién soy y de qué he hecho para que cada cual pueda dar el valor que quiera a mis planteamientos.
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