jueves, 7 de noviembre de 2013

Las cosas del dinero

      Y tanto trabajar es por el dinero.
      Un mileurista trabaja por dinero: por treinta pesetas al minuto.
      El trabajo es transformado en dinero, y así, convertido en moneda de cambio universal, es una herramienta que sirve para intercambiar infinitamente: entre unos y otros: un trabajo por otro.
     Cobrando lo estipulado por trabajar, cada cual puede hacer su trabajo y puede aprovechar el de los demás pagando un precio que tiene establecido en el mercado.
     No es mal invento.
     Esta civilización ha implementado el sistema sobre el dinero.
     Es la forma justiciera de dar a cada cuál lo suyo.
     En el devenir de la sociedad para todo se necesita el dinero.
     El dinero es quien gobierna la vida de la propia sociedad.
     Porque el dinero es la medida de todas las cosas
     Y quien tiene dinero lleva en su cartera a quien no lo tiene
     Y el que no tiene dinero es como si no tuviera nada.
     Así se entiende socialmente.
     El dinero es la fuente que más felicidad surte a la humanidad.
     Dicen. 
     Y posiblemente la fuerza que más tragedias le ha traído.

 
    Antes el dinero solamente eran monedas.
    Ahora ya no habría monedas para tanto dinero. Ahora el dinero es una anotación en cuenta que tiene su valor en la propia confianza que ofrece el sistema que ha ideado la manera de protegerlo contra todo. Porque el dinero es un valor ficticio que está favorecido por todas las leyes y costumbres sociales establecidas.
     
     En esta obra no me voy a poner en contra del dinero porque creo que es de gran utilidad y no es posible que en la sociedad para cuadrar casi todas las relaciones se pueda evitar el uso cotidiano del dinero. Sin embargo, sí que creo que al dinero y a todo lo que representa se le puede restar y relativizar su importancia económica y social. Para revelar las últimas trampas sistemáticas con las que ha reforzado su dominio voy a mostrar las dos caras de la moneda que lo materializa.
El dinero padece de una enfermedad muy grave: la inflación.
       Es la enfermedad que anemia la bolsa de los dineros.
      Y sobre el dinero se ha montado el sistema.
      Esta enfermedad hace que el dinero pierda valor, pero no porque pierda valor porque el dinero siempre vale lo mismo, sino que con la misma cantidad de dinero cada vez se puede comprar menos cosas, porque las cosas cada vez tienen un precio más alto.
      Pero las cosas no tienen más o menos valor por culpa del dinero.
      En todo caso valen más o menos por la oferta y la demanda.
      Y en algunos casos por los costes y la especulación.
      Y no todas las cosas suben su precio que otras muchas bajan.
      Subidas y bajadas que pocas veces son inocentes.
      Y en medio de todas las cosas está el dinero.
      Antes los pobres eran los más perjudicados por la inflación.
      Desde las capas sociales más humildes, la subida de los precios se detectaba enseguida en los productos de primera necesidad que consumía la mayoría social y que eran los que afectaban de forma determinante a su medio de vida.
      Carestía de la vida le llamaban.
      Los precios subían sin que nadie pudiera hacer nada para sujetarlos y era más difícil alimentar a los hijos y llegar a pasar el día a día.
      Nunca entendieron que la subida de los precios no era lo que les perjudicaba sino que lo que en realidad les perjudicaba era que: por ser abundante, no subiera el precio de su trabajo y de que a la par, con esas subidas de precios, se estaba alimentando una especulación que alejaba de sus manos las cosas más importantes mientras ellos se preparaban para reivindicar el alza en sus salarios.
      Se creyó que la inflación no afectaba a los que tenían dinero.
El dinero tenía una amenaza a la que llamaban devaluación.
       Era una decisión económica que amenazaba en periodos de crisis y que tomaban los gobiernos de la noche a la mañana.
       Era como la inflación pero a lo bestia
       Como si fuera un accidente difícil de prever y sin reparación.
       El sistema financiero basado en monedas fuertes y estables para garantizar el valor del dinero y que quede ajeno a la realidad que puedan vivir los diferentes sectores y espacios económicos ha conseguido garantizar en buena medida al que tiene dinero y a quien administra los dineros de terceros que haya una estabilidad en su valor y que en todo caso sea lo último que se pierda o deprecie.
       La devaluación conseguía que los habitantes que vivían con una determinada moneda se empobrecieran de golpe y casi todos de la misma manera y sin apenas darse cuenta pero sin embargo, el dinero se veía afectado en la misma relación que su devaluación en todas sus relaciones exteriores.
       Había que refugiarse en el dólar.
 
      El sistema actual consiste en gestionar cantidades ingentes de ahorro que proviene de los ahorradores y para que el sistema funcione le conviene diferenciar por la vía de los derechos a quien tiene dinero de los derechos de quien no lo tiene y defender los derechos de quien ahorra sus dineros por encima de todos los demás derechos.
     Para paliar los achaques de la inflación y evitar las contingencias de las devaluaciones, el sistema ya ha puesto su remedio porque la filosofía del sistema precisa que el dinero no pierda valor porque entonces perdería gran parte de su sentido.
      Nadie podría imaginarse que se pudiera convencer a la población para que quisiera guardar una cosa que cada día que pasa vale menos o que de la noche a la mañana puede perder una parte de su valor.
      Los gobiernos tratan de controlar la inflación pero no porque no quieran que suban las cosas aunque muchas veces suben sin poder evitarlo producto de sus propias decisiones. No controlan porque la subida produzca carestía y limite la capacidad de los jornales de quienes trabajan, sino porque no quieren que pierda valor el dinero.
      Y aunque los gobiernos deben cantidades ingentes al sistema financiero y les interesaría que el dinero perdiera su valor, sin embargo, no quieren que pierda, porque en definitiva ellos no lo tienen que pagar, que lo pagan los ciudadanos, y porque ellos están donde están, porque están sujetos a una serie de compromisos con quienes les financian con precisos objetivos en la macroeconomía pública 
       Y a ellos los sostiene ese dinero.
       Ahora dejando los gobiernos la decisión de devaluar en manos de quien lo tiene prohibido. Una vez desaparecido ese concepto de la jerga financiera, sin embargo, cuando los habitantes de una zona determinada que antes hubiera devaluado su moneda tienen necesidad de reajustar su economía a la baja lo hace de una manera diferente, el dinero mantiene su valor en el interior y en sus relaciones con el exterior pero el resto de los factores pierden parte del valor en el interior sobre todo en lo que afecta a la pérdida irrefrenable del valor trabajo.
Hay hábitos y costumbres que me producen una gran pena.
       Juegan con el dinero sin darse cuenta a qué juegan
       En los entornos políticos y sociales en los que me muevo siempre están a falta de dinero y cada día les es más difícil ser financiados por las cuotas de sus aportantes. Unas veces es por culpa de la crisis y siempre porque hay poca costumbre entre la gente de aportar: trabajo o dinero en ninguna causa que tenga condición de altruista. Esta razón les induce a que para recaudar algún dinero con el que poder subsistir y paliar sus necesidades económicas.
       Cuando llega el fin de año venden lotería.
       Vender lotería significa reproducir el sistema económico en el que vivimos de la manera más absurda. Es una de las facetas más inmorales del sistema que incluso quienes están en su contra las reproducen: coger unos pocos dineros de unos muchos desheredados para darle después independientemente de su necesidad y de su merecimiento: mucho dinero a unos pocos.
       Se va recogiendo poco a poco una parte del trabajo, un poco de dinero, de quien  compra la lotería, que la compra por tentar a la suerte y porque espera ser uno de los beneficiarios del sistema que aprovecha todo lo que coge sin mirar el pelo.
       Venden con la esperanza de que toque lo puesto, que si toca, nadie reclama su premio y así se quedarán toda la recaudación ellos.
       Incluso ir recaudando impuesto a la población de poco en poco.
      Y sin embargo se hace con naturalidad.
      Esa es la principal utilidad del dinero.
      Hacerse con lo que no es de uno mismo, que es de otro.