Ya hemos visto cómo la macroeconomía nacional
contabiliza las rentas del trabajo como un centro autónomo en cuanto al valor económico
de su aportación al sistema. Esta es la manera que tiene de imputar con cierta
periodicidad todo lo relacionado con el mundo del trabajo en las cuentas
públicas, sus ingresos y sus salidas, aunque hay que hacer constar que algunos
de sus aspectos los ha privatizado y los ha llevado a la gestión de mutuas y
sindicatos.
Actuar de esta manera, en la que se delimita un
aspecto importante de la actividad economía y social, pudiera entenderse como
una buena forma de administración desde centros de costes, aunque en realidad
es una trampa que aísla al factor trabajo del resto de los continentes políticos,
económicos, y sociales que conforman la administración del Estado para que no
puedan exigir más de lo que les corresponde.
Por ejemplo no están tan bien definidos y estancos, cuáles
son los ingresos que van destinados a garantizar los costes de la seguridad del
Estado o todo su aparato burocrático y así mismo, casi todos los demás conceptos
de gastos y su correlación son sus ingresos correspondientes, van en un totum en
los presupuestos del Estado.
El sistema ha aislado el factor trabajo dentro del
reparto de rentas con respecto al resto de los factores y así posibilita y
refrenda que la relación del factor Trabajo con el Estado y la contabilidad
pública sea estanca. Los trabajadores con las cotizaciones correspondientes a
su remuneración, sostienen todas las cargas del conjunto de conceptos que se
pueden entender como de trabajo.
Conceptos aplicados para los diferentes aspectos del
trabajo.
· Salarios.
Es el principal de la remuneración del trabajo. Se
aplica según el convenio correspondiente a la actividad y con criterios
geográficos.
Puede tener mejoras existiendo acuerdo con la empresa.
· Pluses.
Aparte de los que aparecen en los convenios por los
conceptos más peregrinos que se pueda imaginar, existen otros determinados por
objetivos concretos que muchas veces se pactan personalmente y en muchos casos
se realiza el cobro en metálico para que no deje constancia a ningún efecto.
· Cuotas
sociales.
Normalmente se desconocen los conceptos por los que se
cotiza y la mayoría de cotizantes piensan que son las cuotas que le dan derecho
a la asistencia sanitaria de la seguridad social, y sobre todo estas
cotizaciones tienen en cuenta por lo que significan para su jubilación.
Son cuotas de asunción de riesgos en común y de
solidaridad.
Para ver qué poco tienen de solidarias hay que fijarse
en que por ejemplo: quienes trabajan para el Estado con estatuto de función
pública y que tienen derecho a su puesto de trabajo hasta el día de su
jubilación. Tampoco aportan su cuota parte para financiar los subsidios de
desempleo, porque nunca van a perder su empleo, ni para la formación para el
empleo porque ya vienen aprendidos de casa si aprobaron unas oposiciones, y tampoco
para el fondo de garantía salarial puesto que se supone que el Estado nunca les
va a dejar de pagar.
· Indemnizaciones
y despidos.
Aquí es donde se establece la gran batalla cada vez
que el sistema entra en crisis y tratan de hacer reformas laborales. Se trata de
todas las formas posibles que cada reforma de la logística y el almacenamiento
de la mano de obra sean menos traumáticos para el sistema.
Este es un aspecto que yo nunca he entendido.
Siempre he sido partidario del despido libre entre
otras cosas porque de todos los sitios me he despedido libremente. Ahora bien,
cada vez que me he despedido he tirado por la borda aquello que me hubiera
correspondido si me hubieran despedido.
Cuando en la empresa se establece por cualquier circunstancia
tenga la razón o la sinrazón, que alguien que está trabajando: sobra, quien
sobra haga lo que haga, saldrá despedido de una forma u otra.
Sólo es cuestión de dinero.
Más que nada porque ahora ya el despido es libre.
En ese proceso en el que alguien inopinadamente se
queda sin trabajo, quien más pierde es quien sabe que se va a la calle y que además
del problema de quedarse sin trabajo y las circunstancias que eso conlleva,
tiene que negociar y cobrar el precio de su despido.
Me hubiera gustado, que en las relaciones laborales alguien
hubiera planteado que el salario tuviera una línea más, en la que se remunerara
cada mes, la cuota parte correspondiente al más que posible despido, y así, que
a cada cual le despidieran cuando quisieran.
Mientras tanto se
estaría cobrado esa parte de valor del trabajo.
Mucho cambiarían las cosas en el mundo del trabajo.
Así, quien no estuviera satisfecho con su trabajo, se
despediría más fácilmente sin ponerse a pensar que despidiéndose pierde ningún
derecho. Así se acabarían muchos dolores e insatisfacciones que hoy existen en
el lado laboral de la mayoría de las empresas que conozco por parte de quien
opta por aguantar y esperar a ver qué pasa.
Para quien lleva mucho tiempo trabajando en el mismo
sitio, la antigüedad es un valor que pierde al jubilarse. Le da una importancia
que no tiene, en realidad: incluso más que a su propio trabajo.
· Jubilaciones.
Están afectadas por un grave error de cálculo al
partir de la idea sobre la que se han sostenido hasta la actualidad, de que
quienes están trabajando pagan a los que están jubilados. Se puede apreciar que
en la actualidad quienes están jubilados hubieron de aportar para las
anteriores generaciones en una proporción razonable, y sin embargo para que se
jubilen ellos, quienes han de soportar sus pensiones mañana lo van a hacer en
una proporción insostenible.
La caridad pública, es aquella que paga una pequeña
pensión, las llaman no contributivas porque no las financia el sistema, a
aquellas personas que no tienen ninguna posibilidad de acceder a un trabajo o
que a la edad de la jubilación han llegado sin una cotización suficiente como
para poder tener derecho a una pensión digna.
Son aquellos que trabajaron y nunca se tuvo en cuenta
su trabajo.
· Retenciones
e impuestos.
El sistema ha conseguido que desde esa remuneración del
trabajo, quien cobra cada mes tenga una importante carga impositiva. En términos
medios consigue que cada año sean tres meses de trabajo los que se queda
directamente el Estado.
Una manera muy engañosa de dar importancia al valor
del trabajo no sólo ha sido someterlo a un salario para poderse sostener la
vida de quien trabaja, sino que también están sujetos a los impuestos directos
sobre las rentas fruto del trabajo con el que contribuir a sostener el común en
el que vive.
El salario limita el valor del trabajo.
El impuesto obliga a un mínimo de aportación a quien
trabaja.
Esta forma de hacer en la que se utiliza a la empresa
como recaudador de los impuestos y de las cotizaciones que afecta al factor
trabajo en beneficio del Estado, es una función asumida por el mundo del
trabajo y que tiene los parabienes de las confederaciones empresariales y
obreras porque le garantiza al Estado la estabilidad que necesita para que los
impuestos sobre el trabajo se puedan gravar de una manera sencilla e inmediata.
A los unos y a los otros les devolverá el favor luego.
Desde otro punto de vista, de esta remuneración del
trabajo hay dos aspectos que me llaman poderosamente la atención:
·
Las pagas extraordinarias.
En primer lugar estas pagas no son extraordinarias porque
no se pagan por encima de lo convenido sino que por razones que se me antojan
inconfesables se van acumulando durante el año.
Este es un aspecto muy importante del sistema.
Con esta remuneración se presume de quienes trabajan
no tener más capacidad que trabajar y que por lo tanto no tienen capacidad para
administrar su dinero y se le ofrece un ente: la paga extraordinaria.
Quien tiene personas contratadas, cada mes en lugar de
pagar su salario completo, le guarda una sexta parte de su sueldo y se lo paga,
como si fuera extraordinario, cuando vaya a tomar sus vacaciones de verano o
para que pueda comprar regalos a los suyos en navidades.
Es una manera muy sutil e inocente de ordenar y
priorizar las necesidades de la población en dos momentos muy sagrados del
calendario anual en los que es preciso direccionar el consumo.
La Navidad y el 18 de Julio.
Los trabajadores y los sindicatos lo aceptan con
normalidad.
· Y la paga de
junio del Gobierno.
Es la devolución que Hacienda hace de los impuestos
pagados en demasía y a deseo por el propio trabajador con las retenciones que
le ha hecho la empresa en su nómina.
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