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martes, 7 de abril de 2015

El derecho a la pereza


Contra el pecado de pereza la virtud de diligencia.
Es difícil en estos tiempos de crisis que desde los medios de comunicación y adoctrinamiento no haya alguien que recuerde aquello de la cigarra perezosa y de la hormiga laboriosa.
Esta es la base filosófica sobre la que se soporta el sistema.
Nadie cae en la cuenta de que en realidad, en esta fábula atribuida a Esopo, como en la vida misma, son las  hormigas quienes cargan con todos los trabajos y muchos de ellos son más grandes que ellas mismas, y de las pobres hormigas, una pisada de cualquier otro animal acaba con sus vidas sin haber probado las semillas de la recreación alegre de las que se alimenta la cigarra mientras permanece con vida.
 
 
Cuando era un joven intrépido compré un libro en la librería General de Zaragoza que se titulaba: El derecho a la pereza de Paul Lafargue. Una obra que estaba escrita a finales del siglo XIX. Hace un rato he visto el libro en la estantería mirándome con desconfianza como si pudiera pensar que lo estuviera plagiando en estas páginas. No le he hecho caso para que no influya en esta sarta de ideas que hasta el momento he construido aunque le he advertido que muy pocas cosas han cambiado en este siglo que tiene de vida.
Recuerdo que en esta obra revolucionaria se hablaba del consumo inalcanzable que se ofrecía el sistema como la zanahoria en el palo, que era una de las estrategias del capitalismo para espolear a la clase trabajadora en su condición de consumidora y productora, y en ese ir y venir salir ganando los gestores del sistema. Sobresaltaba la capacidad de producción de la reciente revolución industrial que desde su propio crecimiento incluso era capaz de amortizar muchos puestos de trabajo y defendía para bien del género humano la posibilidad de que las personas hubieran de trabajar solamente tres horas. Explicaba Paul Lafargue en la obra que para que las personas fueran esencialmente productoras, es decir trabajadores, se habían inventado a lo largo de la historia cientos de trabajos inútiles, creando necesidades ficticias y mercados absurdos con los que inventar nuevos trabajos ficticios con los que tener trabajando a la parte más indefensa de la sociedad.
También hablaba aquel hombre hace más de cien años, y suena como su fuera ayer, de la utilización del ocio para crear espacios y aficiones con lo que conformar la vida humana y en ellos encontrar la felicidad que se nos aparece inalcanzable a la humanidad entre los surcos de la vida. También me impresionó el derecho a la pereza rebosante de diligencia que se plasmaba en la obra, contrapuesto a la idea de perseguir el consumo como fuente de satisfacción humana.
Igual que escandaliza ahora, esta idea perturbó en aquellos tiempos revolucionarios a las inteligencias bien pensantes porque se le escapaba entre las neuronas sin llegar a entender nada. Todo su contenido estaba dirigido contra la línea de flotación del ideario burgués desde cuyo manual social estaban convencidos de que quien no sirve más que para trabajar no sabría cómo emplear tanto tiempo libre trabajando solamente tres horas al día. No podía imaginar aquellas inteligencias que los proletarios en lugar de sudor y cansancio, de apatía y aburrimiento y de esos miedos a los jornales bajos, el paro y la carestía de la vida, que recorría sus vidas de parte a parte y que los castraba y domaba, iban a preocuparse de ellos mismos y a sus vidas… y a procurar ser felices.
La obra me impresionó en aquellos años sin entender su vigencia.
Y ahora compruebo que incluso es vigente cuarenta años después.
Y queda en el fondo que yo no he inventado ni descubierto nada.
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Esta obra que ya estoy acabando puede ser una representación de aquella para estos tiempos en los que el derecho a la pereza, ese derecho a no hacer nada o a hacer cada cual lo que le de la gana, se ha convertido en un derecho ejercido desde la quiebra de la propia voluntad, la impotencia y la desesperación, de una parte importante de la población desorientada que vive dominada por su complejo de pereza, que ve el día a día y su futuro sin ninguna luz en el horizonte y que viaja personalmente a la deriva porque nada de lo que emprende tiene éxito.
Unos tiempos que han sobrevenido después de que las generaciones anteriores hubieran conocido y quizás protagonizado revoluciones en beneficio de los trabajadores. Estrategias políticas empeñadas en la construcción de un socialismo real donde otros amos siguieron explotando a quienes tenían la fuerza de trabajo y de igual manera que los anteriores haciéndoles trabajar sin sentido. Estos movimientos políticos también basados en ganarse el pan con el sudor de su frente y el derecho a sudar acabaron convirtiendo al trabajo en la pala que abrió su tumba por no querer reconocer a la humanidad el derecho a la pereza y desde esa pereza cada cual encontrarse consigo. No llegaron las alternativas que quisieron romper la historia y más hacer habitable y sociable el mundo en el que vivían, romper con la maldición divina del libro de los judíos y volvieron la historia del pecado y del castigo. No respetaron el derecho de la población a que en contribuyendo a la subsistencia general pudiera hacer lo que le viniera en gana siempre y cuando no faltara qué comer a nadie.
En el devenir de más de estos más de cien años se han sucedido tiempos de paz y de guerras y de dictaduras más o menos reconocibles. Gobernados por los perdedores pusilánimes de las guerras o por quienes dejaron morir la dictadura en la cama, en este tiempo se ha tratado de quemar las herencias políticas y sociales recibidas y toda la estrategia social se fue soportando en el trabajo. Habiendo trabajo todo funcionaba en medio de una cierta bonanza en la que pudieron controlar los ajustes hasta mantener un sistema social coherente con algunos resultados sociales. Pero en este acaecer toda la actividad humana se ha transformado en trabajo remunerado y esa misma condición pervierte el sistema, porque el sistema se derrumba con la falta de trabajo: con el paro y la miseria que se expande entre las clases sociales más bajas al margen del derecho a la pereza.
Sin duda el mundo capitalista y propietario de los medios de producción se ha reconvertido y ha cambiado y ha implementado sin darnos cuenta un nuevo sistema en el que no está protegido nada más que el dinero y solamente a quien tiene dinero parece le beneficia con el derecho a la pereza en el más amplio de su sentido, porque son las única personas que además curiosamente utilizan su derecho a la pereza, su no obligación de trabajar para atender las obligaciones de mantenimiento de la subsistencia del común: en engordar sus bolsas de dinero.
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Aunque sin duda no se puede dar a corto plazo procurar un cambio del sistema en su conjunto, desde ese derecho a trabajar en lo que queramos, unas de las primeras necesidades que hemos de atender es necesario colocarnos en disposición de rechaza el consumo por el consumo y luego la de tratar de reconvertir la pereza de la población en diligencia personal. Hemos de aprender a construirnos individualmente para cambiar el sistema colectivamente. En la medida en la que el trabajo exigido sin producir el agotamiento que en definitiva anula el derecho a la pereza, bastará para hacer del tiempo libre y del tiempo de ocio algo deseable de vivir y de compartir.
Nos quedan muy pocas oportunidades de hacer nada. En la red del sistema se han cerrado todos los espacios y todos los caminos para ejercer el derecho a la pereza. Está dispuesto que hemos de trabajar hasta el límite soportable y en el momento de disfrutar del tiempo libre y organizar nuestra pereza no lo podemos ejercer sino con diversiones pasivas en las que estamos como decorados o espectadores.
La única clase que tiene derecho a la pereza, es decir: esa parte de la sociedad que por sus circunstancias económicas no tiene la obligación de trabajar para vivir, puesto que su cuota parte del trabajo se la hacen otra parte, aquella clase social que vive de sus rentas o de las plusvalías del trabajo de quienes culturalmente se conforman con que sus hijos vayan a la escuela y en todo caso si se forman en algo que se formen para trabajar, su educación y su impregnación cultural estaba enfocada a vivir en el ocio y a preocuparse de actividades que socialmente no sirve de nada, salvo para dar brillo a una sociedad hipócrita. Esta holganza es admirada y justificada sin importar que parasiten la sociedad.
Sin embargo quiero también defender que: quien quiera trabajar que trabaje. Cuando alguien que ya dispone de lo suficiente para vivir o que más que trabajar para vivir y vive para trabajar y ocupa otros trabajos en cualquier actividad con la que parece que no dar valor a su trabajo y que lo regala o que lo cobra a un precio conveniente, si se critica esta conducta por ser socialmente perjudicial porque lleva a quitar un puesto de trabajo para otras personas que viven de hacer ese trabajo yo no estoy de acuerdo porque si así fuera bastaría con que no trabajáramos nadie para que no nos faltara un trabajo a nadie y esta contradicción tan fragante no haría sino confirmar todo lo que se propone en esta obra. 
Sobre todo, si se puede llegar a conseguir trabajar lo necesario para vivir, en el futuro habrá felicidad y alegría de vivir. Aquellas personas que optaran por estar con los demás sin hacer nada más que estar también tendrían un poco más rato para labrar y sembrar relaciones en la sociedad intercambiando vida y también les asistirá el derecho a vivir.
Vivir con dignidad y envuelto en la pereza resulta muy barato.

lunes, 19 de enero de 2015

Otra realidad del trabajo

La rotación de las personas en los trabajos y de diferentes trabajos entre distintas personas daría un enriquecimiento interior a las personas y una eficiencia al trabajo que ahora mismo es inimaginable. Además esta opción resultaría ser un buen modo de dar disposición y solvencia con las que tener mejores condiciones para defender su trabajo a las personas que han de trabajar. Sin embargo, es una siembra imposible: nadie puede hacer germinar una semilla que no tiene y cuando los trabajadores se aferran a su puesto de trabajo limitan sus capacidades y entre el aburrimiento y la abulia quedan estériles.
       En la vorágine espantosa de este mundo, en la conciencia social se sigue considerando un bien la conquista de la estabilidad en el trabajo. Con esta inmovilidad al parecer es la única manera de que se pueda vislumbrar y planificar un futuro: un trabajo para toda la vida. No hay cosa peor que defender el puesto de trabajo tan indefinido que incluso el trabajador quiere dejar en heredad a alguno de sus descendientes. Este es el sueño y el recurso de los timoratos, con miedo abrasador a perder el trabajo y con los que las empresas o instituciones con tintes paternalistas quieren comprar la vida entera de sus trabajadores.
       El otro día entre en las oficinas centrales de la Caja Agrícola.
      Hacía treinta años que no entraba en aquella casa y entonces lo hacía a menudo. Puerta principal, a la izquierda en cuatro pasos un mostrador, tras el mostrador la misma mujer que hace treinta años. Entonces joven y ahora mayor, tan mayor que me ha alcanzado y ya es de mi ti tiempo. Yo no veo más que a una mujer en una madriguera a la que ha ido a protegerse durante toda su vida laboral porque allí se siente segura y mejor que nadie sabe qué hacer. Un trabajo altamente cualificado. Una mujer que ha conocido: la centralita telefónica, el telégrafo, el fax y el correo electrónico y que en su potro de tortura no ha sentido más dolor que cuando le cambiaban la silla.
      En el interior del alma proletaria subsiste esa ideología burguesa por la que no se puede rechazar la mano que te da de comer y el menestral ha de estar allí donde dios disponga y la mano te mande. Una manera de entender la vida laboral que perjudica muy gravemente a quien ha de trabajar y que lleva a perder su vida a trozos a quienes no les importa perderla porque para nada les vale.
       La realidad viendo el trabajo desde otra perspectiva, es que desde esa estrategia falaz e ineficiente del trabajo para toda la vida se han abierto unas diferencias tan enormes entre quienes tienen trabajo para toda la vida y quienes no lo tienen. Porque esta misma circunstancia se extrapola entre quienes están trabajando en un sector o en otro, entre los que tienen una edad u otra y tiene sus consecuencias. Por lo tanto entre quienes trabajan hay una lucha solapada con quienes no trabajan y han de llegar a un acuerdo en el que se repartan el trabajo y sus rentas, con independencia de cómo actúen el resto de los factores económicos.
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Si miro la realidad económica desde una perspectiva de los últimos cuarenta años que es de los que tengo referencia propia, compruebo que pesar de que el sistema está inventando productos nuevos cada día a la vez que descubre nuevas necesidades, los bienes y servicios básicos que se producían entonces es muy parecido a los que se producen ahora.
       La producción tiene en la actualidad mayor volumen y complejidad, pero en realidad y desde la observación de los productos y servicios importantes: los de atención a las necesidades humanas, con el paso del tiempo son prácticamente los mismos.
       No obstante el mundo no ha podido ni necesitado duplicar ese número de productos y servicios importantes e imprescindibles, y sin embargo, ha llevado a la población a trabajar el doble de lo que trabajaba antes de estos tiempos nuevos. Los hombres siguen trabajando ocho horas y las mujeres, como un trofeo en su batalla por la igualdad las han de trabajar también si quieren tener una autonomía financiera.
       Pero también trabajan mucho más que el doble las cantidades ingentes de población de países a los que consideramos en vías de desarrollo que han pasado de justamente de procurar su subsistencia a producir para el resto del mundo sin más razón que incrementar el poder y las riquezas de sus clases dirigentes y mal seguir subsistiendo.
       Y teniendo que trabajar tanto por ahora nada se ha solucionado.
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Hemos de observar la realidad desde el hecho que desde el mundo empresarial tampoco llega la solución a los problemas de mundo del trabajo ni de quienes necesitan trabajar para supervivir. Solamente crean trabajo en aquellos lugares el los que puede mover capital con arreglo a sus condiciones y hacer valer su capacidad de gestión e implantar un saber hacer que nada tiene que ver con mejorar la productividad real.
       Las cantidades de dinero que disponen: los bancos centrales, las grandes trasnacionales, y la industria financiera con la grandes fortunas, los fondos de inversión, unido a los ahorros de sus cómplices infiltrados en la sociedad, son tan ingentes e incalculables que salvo excepciones, es imposible que las personas corrientes, con proyectos normales, sean capaces de emprender o colaborar en ganarse la vida de una manera racional sustentando su existencia en el trabajo.
       Los empresarios cuando por razones que no tienen nada que ver con el mundo de trabajo se ven incapaces de hacer sus inversiones en los lugares donde han acumulado su capital, con la aquiescencia el orgullo y el apoyo de los gobiernos ve van a hacer esas inversiones, a promover los grandes proyectos de creación de puesto de trabajo, a crear riqueza, a otros países en los que la mano de obra es más barata.
      Entonces se habla de expansión y diversificación.
      Aunque en realidad se le ha de llamar deslocalización.
      Productividad es incrementar y abaratar los costes de mano de obra.
      Difícil es soñar con un puesto de trabajo digno y para toda la vida.
      Mientras tanto en este estado de cosas desde los departamentos de recursos humanos piensan cómo cebar la ambición del trabajador que no es otra que ganar más dinero con su esfuerzo más sostenido en el mismo tiempo. Aunque hace casi un siglo que Estajanovich ideó la herramienta para dar una nueva dimensión al trabajo, en estos tiempos las primas de producción para quien trabajar con mayor tensión de la requerida con normalidad son las que además fijan in-crecendo los objetivos de la cantidad de trabajo a realizar. Trabajadores que en plenas facultades para trabajar en perfectas condiciones y en virtud de su derecho y ambición, no son capaces de llegar a ver que a medio plazo cuánto más esfuerzos hacen en el trabajo menos valor tiene para quien le paga. No obstante exigen al resto de sus compañeros, los demás trabajadores, que como ellos hagan la cuota parte de trabajo que les corresponde para ver reconocido su mismo derecho ante quien paga, sin darse cuenta que cada  día son más los que están mirando y contado y controlando lo que hacen y que son los mismos que mañana les dejaran sin trabajo.
       Y sin embargo la gran mayoría de los productos y servicios que consumimos la población, se hacen muy cerca de nuestras casas y de nuestras vidas y se pueden resolver a pequeña escala. Actividades en las que nada tienen que ver los flujos mundiales ni el valor de la moneda.
                                                                                           
Es trabajo de unos, recíproco con el trabajo de quienes están cerca.
-  Asistencia sanitaria.
-  Cultura y enseñanza.
-  Escuelas y universidades. 
-  Cultura, ocio y entretenimiento.
-  Servicios y mantenimiento.
-  Comercio, alimentación.
 

Datos de Instituto Nacional de Estadística a 31/12/2011.
 
Total salarios por cuenta ajena
      508.620
 100.00%
Salarios Administración
142.962
28,11%
 Salarios Comercios.
120.605
23.71%
Salarios Industria y Energía
103.405
20,33%
Salarios Servicios,
45.711
8,99%
Salarios Construcción.
42.356
8,33%
Salarios Culturales y Ocio
26.805
5,27%
Salarios financieros
22.066
4,34%
Salarios Agricultura.
En millones de euros.
 4.700
0,92%
 
 
    En un somero repaso a estas estadísticas hay cosas a tener en cuenta:
- Mucho más del 80%  de los trabajos se prestan en actividad interna, a la que no le afecta su relación y/o dependencia con el exterior.
- En torno al 25% de los salarios correspondería a trabajos inútiles.
- Resulta muy curioso las escasas rentas que genera el sector de la Agricultura y de la Ganadería que crece año a año durante todo el siglo sin llegar a alcanzar el 1% de los salarios. Más si cabe sabiendo que los 727.900 trabajadores tienen con una renta media anual de 6.464 euros.
- Las rentas salariales del sector de la construcción suponen un total de 1.378.800 trabajadores a los que les procura una renta anual de 30.700.- euros. Cinco veces las de la Agricultura y de la Ganadería.
- En el sector financiero y de seguros, que parece que no existiera en el ambiente, supone una parte importante de la actividad laboral.
Ninguna de estas circunstancias es casual ni inocente.

miércoles, 7 de enero de 2015

Un trabajo para cinco años

 
En el año 1984 leí una obra que no recuerdo cómo llegó a mis manos ni quién la puso para que la leyera y así provocarme un rato. Entonces me urgía mi denuedo por comerme la vida a dentelladas. Quizás llego cuando todavía era demasiado joven para entender ciertas cosas del mundo que me rodeaba y que me prometía cualquier cosa que me imaginara. Era por aquel tiempo cuando me preparaba para entrar a trabajar en una gran empresa y dar un cambio a mi vida.
       La obra en cuestión es: El principio de Peter
       El autor era un americano llamado Laurence J. Peter.
       Escribo de memoria lo que quedó en mi cabeza de aquel principio y que se resume: En las organizaciones humanas cada cual asciende hasta alcanzar su grado de incompetencia.  El autor determina que esta es la causa por la que sin remedio casi todo funciona bastante mal: social y económicamente, porque al correr de tiempo todo está dirigido por incompetentes. Aunque tenía otras variables este principio sencillo quedó gravado así en mi saber y me ha servido para rotos y descosidos.
        Lo cierto es que algunos de los argumentos, las descripciones, las conclusiones a las que llega este autor en esta obra me impactaron y en estos años las he utilizado para analizar el mundo que me rodeaba tanto en su lado público como privado, empresarial o cotidiano. También este principio lo he tenido en cuenta  para analizar a muchas de las personas y de las responsabilidades que me he encontrado en las diferentes empresas y organizaciones sociales por las que he pasado. Reconozco que he podido comprobar que en muchos casos el Principio de Peter se cumple a rajatabla y los ejemplos en los que se refleja son un derroche de trabajo y una gran insatisfacción para quien está obligado a trabajar.
        Estaba editada la obra el año 1957. El mismo año en el que yo nací.
        Ahora me doy perfecta cuenta que para cuando yo llegué al mundo este autor ya sabía más de la vida y las relaciones humanas que lo que yo he conseguido aprender hasta a fecha. Entre otras, esta obra junto con Utopía de Tomás Moro de la que un extracto aparece al inicio de esta obra y Bertrand Russell en su Elogio a la ociosidad que se resumen las páginas finales son los tres pilares que soportar esta obra.
        Posiblemente, en el fondo esta sea de las causas por las que a lo largo de mi vida nunca he estado más de cinco años trabajando en la misma empresa, ni en idénticas tareas, ni con iguales responsabilidades.
       Por el temor a alcanzar mi propio grado de incompetencia.
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Ejemplos de ineficiencia producida por el paso del tiempo.
      - Estoy tratando de sacar adelante una empresa que tiene más de treinta años de historia y en la que todos los trabajadores son los mismos que empezaron entonces. Aunque ellos dicen que ha cambiado mucho su manera de trabajar y que tratan de mejorar cada día y así se demuestra en la aceptación del producto en el mercado, en realidad siguen trabajando de la misma forma y con la misma filosofía de trabajo y de producto que cuando empezaron. Lo cierto que a día de hoy, los índices de calidad y productividad son muy bajos en medio de un alto nivel de esfuerzo y dedicación de quienes aportan su trabajo directo. Si no soy capaz de cambiar de arriba a bajo cada uno de los hábitos aprehendidos y adquiridos la empresa no es viable.
       - En estos días según se cuenta en los medios de comunicación se están concatenando varios errores policiales que son incomprensibles y capaces de abochornar en cualquier profesión. Estructura jerárquica y disciplinada en la que quien es policía es policía para toda la vida. Sin duda para ocultar el grado de incompetencia que han alcanzado a la vez aseguran que a pesar de estos errores cometidos esta seguridad nacional pedestre es la mejor inteligencia científica del crimen de Europa y que sus profesionales están siendo solicitados desde el MOSAD israelita.
       - Llevo veinte años visitando como paciente a la endocrinóloga que tengo asignada en el sistema de sanidad público. Una persona sin tacha pero que conforme pasan los años trasmite su hartazgo con el trabajo que realiza. En las últimas ya casi ni me reconoce, ni me escucha. A veces pienso que no tiene más interés y preocupación que saber porqué todavía no me he muerto con la glicosilada tan alta durante tantos años.
        La desidia en el trabajo que se hace, la apatía y falta de decisión para hacer cosas nuevas, la displicencia y el aburrimiento porque el mismo trabajo ya no tiene ningún incentivo personal, la complacencia de dejar que se haga lo que se quiera aunque sea un inconveniente, con el paso de tiempo se filtran en las personas y en las organizaciones hasta inutilizarlas por completo y demandar más trabajo para nada.
       Son los defectos de las empresas y actividades sin movilidad.
      
       Lo cierto es que en la actualidad de las sociedades, la dinámica que toman las necesidades sociales y económicas: reales y ficticias, son tan dispares y cambiantes, y es de preveer libremente de cómo sea el estado de cosas existente que lo seguirá siendo en el futuro porque seguramente tiene muchos aspectos positivos para el disfrute y el desarrollo de la humanidad y porque así ha sido siempre y mejor si lo sigue siendo.
       * Los proyectos, los productos cada día tienen una vida más corta y efímera. Algunas tareas y profesiones tienen fecha de caducidad. Lo cierto es que en casi todas las ocasiones, se necesita que la persona que trabaje sea lo menos profesional posible, porque es la mejor manera de aprender la nueva profesión sometida a instrucciones y procedimientos.
       * Las profesiones, los oficios cada día van cambiando en su técnica. Si se quiere aprender y hay voluntad de aprender y ganas de enseñar las cosas cuesta relativamente poco aprenderlas. Está demostrado que a la par que van adquiriendo conocimientos y experiencias válidas en las tareas laborales, se facilita el aprendizaje de cosas nuevas y diferentes.
       * En la actualidad, al saber hacer de las cosas, la inteligencia se aporta en grandes cantidades con: mecanismos, tecnología, informática, más que la labor estricta de quien está haciendo el trabajo. Si se observa el entorno de cualquier tarea, el desarrollo humano está carente de cualquier utilización de la inteligencia y todavía peor: la distribución, la organización del trabajo y en general de las tareas que se entremezclan parece como si se quisiera evitar utilizar cualquier ápice de inteligencia.
      * Por muy bien que crean que las hacen, no hay tarea más difícil que hacer por cambiar los hábitos y defectos en aquellas personas que hacen las tareas de una manera determinada durante muchos años seguidos.
      * Los hábitos y costumbres más difíciles de arrancar son aquellas que están diseñadas por el trabajador para ocupar el tiempo de trabajo y hacer ineludible las prestaciones que realizan y justificar su empleo.
       Las técnicas modernas de producción y organización de la producción han hecho posible reducir la cantidad de trabajo para realizar cualquier tarea y las capacidades humana necesarias que se requieren. Estas técnicas ayudan a la rotación en el trabajo con significantes mejoras en la productividad. También para esto sirven los adelantos para que todos sepamos y podamos hacer de todo.
        Las empresas entendidas como el punto en el que nacen los productos y servicios no tiene porqué ser el fin último de las personas. Las empresas también mueren y el peor destino que se puede programar en la vida laboral y vital de una persona es que vaya unida a la vida de la empresa en la que trabaja o viendo como su casa sacrifica los puestos de trabajo como si fueran una máquina o una herramienta amortizada.
       
En otras ocasiones se abarata el despido desde la perspectiva de activar la economía abriendo oportunidades y mejores condiciones a nuevas contrataciones. El sistema trata de quitar importancia a la fuerza de trabajo y no permite que el puesto de trabajo sea un valor para quien trabaja. El despido barato, el despido libre, entendido siempre desde una posición de ventaja para la empresa, desde el complejo de inferioridad que tiene quien ha de trabajar para comer y se tiene que agarrar al puesto de trabajo como a un clavo ardiendo, logra que no llegue a comprender que el arma del despido la tiene él mismo en su voluntad.
       Mejor solución sería abandonar el puesto de trabajo:
       ·   Cuando el trabajo ya no te ofrece más que dinero,
       ·   Cuando se va tragando tu vidas sin más pago que el sueldo,
       ·   Cuando se aguarda con desespero la hora de dar de mano.
       ·   Cuando la felicidad se transforma en insatisfacción.
      
Estoy seguro de que entonces se abrirían para las personas que han de trabajar para comer: nuevas oportunidades de alimentarse con otras actividades que puede afrontar con sus propias capacidades.
     
       La proyección del trabajo personal nunca debiera de pasar de cinco años, cualquiera que fuera el trabajo y por muy técnico que pudiera ser. Es un tiempo suficiente para que cualquier persona, cada cual dentro de sus capacidades, pueda: aprender, desarrollar, ser eficiente y marchar.
       Se inician tiempos de aprender y se acaban las condenas perpetuas.
       Intentamos imaginarnos qué pasaría si cada trabajo, si cada contrato de trabajo en una determinada empresa o administración, cada puesto de trabajo para una persona concreta en cada momento, cada compromiso en cualquier organización, tuviera una duración máxima de cinco años.
       * Todo mejoraría para el mundo del trabajo y para quien trabaja.
       * La riqueza personal crecería a un ritmo impagable
       * La construcción de la personas mejoraría evidentemente.
       * En todos los aspectos el valor del trabajo crecería.
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domingo, 30 de noviembre de 2014

El cálculo de las pensiones

Como a las autoridades económicas no les salen las cuentas, cada vez incide más en la idea de que para tener derecho a vivir sin trabajar los últimos años de la vida es necesario haber trabajado y cotizado lo bastante para poder tener derecho, mucho antes: un imposible.
       En los últimos años hemos vivido varios episodios de crisis y en los que ha habido miles de regularizaciones de empleo en uno y otro sector que se hacían un día sí y otro también, en cuanto le llegaban los aires de la crisis, y sin esperar a que se vertieran en vientos.
        Esos aprietos se aflojaron con triquiñuelas de inteligencia sindical y se les hizo frente, allí donde tenían poder, pasando a los trabajadores mayores de cincuenta años a la bolsa de jubilaciones anticipadas, con esquemas que han cambiado para cada crisis de una forma diferente.
       Así se ha construido una nueva clase social que supone una afrenta y una injusticia con todos aquellos que no tuvieron tanta fortuna y que no ven la manera de alcanzar su jubilación con plenos derechos.
       Incluso esa situación y circunstancia empeoran cada día.
       Los jubilados en la actualidad son los mejores pilares del sistema.  Aunque puedan protestar más o menos por pequeños detalles en cuanto a los acuerdos generales e inflexibles que tiene el sistema con ellos, saben que han tenido todas las de ganar y que las seguirán teniendo, y nunca los cuestionarán, y si acaso los reforzarán.
       Todos aquellos que tiene qué decir en esta cuestión utilizan las pensiones más pequeñas para hacer la demagogia necesaria pero querrán mantener este criterio por el que se refuerza la necesidad de trabajar para tener pensión y la necesidad de trabajar para poder pagarlas.
La idea de que cada cotizante se ha pagado más que lo suficiente por las pensiones que disfrutan es una idea equivocada. En realidad, en el sistema cada cotizante paga lo necesario para que cobren los que están jubilados en ese momento que es mucho menos de los que ellos cobrarán luego. Un buen negocio. Presento un esquema razonable de lo que puede ser la relación de lo que un trabajador ha cotizado durante toda su vida y lo que puede llegar a cobrar en su jubilación.
Datos  que se pueden variar a gusto de quien los quiera repasar.
 Edad de Jubilación:   63 años.
Años cotizados:         35 años.
Salario en euros constantes: 1.700.- euros mes.
Cotización constante contingencias al 25%: 450.- euros mes.
Total cotizado..... 175.000.- euros.
Años de cobro de jubilación:  22 años.
Pensión en euros constantes: 1.200.- euros mes.
Total a cobrar.....    320.000.- euros.
 
Este dato lo aporto únicamente para reforzar la idea de que quien no ha trabajado ni cotizado lo suficiente también tendría el mismo derecho a recibir la diferencia entre lo que los jubilados cotizaron y lo que van a cobrar y que el mérito para la jubilación: una jubilación digna, no tiene que ser únicamente por el trabajo realizado sino en función de tener una expectativa de vida y un derecho a vivir decorosamente.
      Podemos comprobar desde la prudencia que cada jubilado va a cobrar mucho más de lo que ha contribuido y han comprometido a sus nietos, para que sean ellos los que paguen la diferencia cuando hagan el reparto correspondiente respetando sus derechos adquiridos.
      Algunos jubilados todavía se hacen cuentas, de lo que pagaron aquellos de su generación que se murieron jóvenes y que dejaron sus cotizaciones  a beneficio del sistema y nunca cobraron la pensión. A lo mejor, sería de justicia que estas cotizaciones se las tuvieran que repartir entre ellos y que no las dejaran a beneficio del fondo común.
Sin embargo, estas páginas sencillas quiero hacer otras cuentas que en realidad no se las quiere hacer nadie porque descubren la trampa.
Pensionistas en la actualidad.....        9.000.000 pensiones.
Media aritmética en 25 años......       10.500.000 pensiones.
Media aritmética total pensiones....   120.000.- millones euros.
Total pensiones a pagar 25 años.......        Tres billones de euros.
Datos  que se pueden variar a gusto de quien los quiera repasar.
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Este sencillo cálculo de lo que representa la deuda comprometida a cuenta de las pensiones con un alcance de veinte o treinta años vista, una deuda pública que está consolidada desde diferentes acuerdos como un derecho que tiene consistencia y vigencia en el plazo largo, a día de hoy, esta es una cuenta que nunca se hace aunque debiera ser muy importante conocer su montante para tomar las decisiones sociales del presente y del futuro y entender lo paco razonable es pesar que en el futuro se pueden mantener proporcionales al trabajo.
 
Producto interior bruto:   100%
Endeudamiento total publico y privado:  285%
Endeudamiento del Estado:             101%
Endeudamiento de las empresas:    119%
Endeudamiento de las familias:        65%
Endeudamiento jubilaciones:          300%
La variación proporcional de estos datos año a año  no cambian.
Imaginemos que el pago de la deuda la pudiéramos amortizar en los próximos veinticinco años. Es fácil de prever que tanto las empresas como el Estado una parte de esta deuda declarada la refinanciaran y al menos la mitad de ella la mantendrán como una deuda fija renovada al infinito y sin lugar a dudas dentro de veinticinco todavía deberán más.
        Siendo así esta realidad, y sabiendo que pagar esta la deuda es lo que nos ha puesto en jaque en los últimos años y ha abierto las fauces de la crisis y con la que nos recuerdan a todos el deber de trabajar más por menos, cómo va a ser posible pagar el resto de las deudas.
       Sin embargo, la deuda que corresponde pagar a la población en estos veinticinco años sin carencia de ninguna clase se tendrá que pagar al cien por cien. Esta deuda de las familias, dentro de veinticinco años aunque sea la misma en volumen será de otras familias. Esta deuda es la deuda por la que la población va a tener que trabajar más y más porque no la va a poder pagar más que con su trabajo y sin ninguna ayuda ni de inflaciones ni devaluaciones.
        Por últimos vemos que también se puede calcular de las pensiones como una deuda que asciende a tres billones de Euros. Significa tres veces el producto interior bruto y más que todas las deudas de todos los ámbitos y que no se va a pagar de otra manera que con el trabajo de la población que cotice para pagarlas en un medio en el que además el valor económico del trabajo: estiman que será más bajo.
         Es la única deuda que se ha de pagar mes a mes y sin posibilidad de retrasarla y sin poder buscar una quita ni una suspensión de pago.
         Puede parecer un tanto extraño pero en realidad es el sistema y los adláteres del sistema, los defensores de que las jubilaciones tal y como están concebidas en la actualidad se mantengan y que incluso si hay que menguarlas que sea lo mínimo posible.
         Dos datos para comprobar que es así.
         ·        Se paguen más o menos siempre se van a pagar desde la renta que le corresponde al factor trabajo.
         De hecho la discusión se da en qué periodos son los necesarios para cotizar que vuelve a ser una pelea entre trabajadores y en todo caso un premio a aquellos que más han trabajado que sin lugar a dudas vuelve a reformar la obligación a trabajar.
         ·        Cuanto más se pague, más trabajo va a ser necesario en el futuro y permanentemente y más escasas van a ser en la práctica
         Puesto que hay veces que se llega a pensar que la pensión la paga el Estado o quien está gobernando en cada momento, la acción comercial de compra venta de votos y voluntades se soporta en gran medida en las pensiones, creo que hay que recordar en este momento que las pensiones las pagan quienes están trabajando.
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       Yo espero algún día vivir de mi pensión, soy autónomo y cotizo en la base mínima de cotización y espero tener el día que llegue a cobrar una pensión digna que no haga trabajar a nadie más de la cuenta. En los últimos años, he visto cómo de manera muy egoísta, trabajadores autónomos y por cuenta ajena, han subido sus cotizaciones durante los últimos años laborales para mejorar la cuantía de sus pensiones.
       Una actitud miserable:
       Incluso jubilado hay quien piensa en ser y tener más que nadie.
        Nunca pensaron en que su jubilación la tenía que pagar las generaciones venideras: sus hijos y sus nietos.
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lunes, 12 de mayo de 2014

Otros trabajos dignos.

Sin embargo hay otros trabajos en la sociedad que no son dignos.
      Las autoridades tratan de perseguirlos y ocultarlos.
      La filosofía y sabiduría social los desprecia.
      En estas páginas los quiero dignificar.
     
      Me llamo Pepe soy un mendigo y trabajo en esta calle.
      ¿Es la mendicidad un trabajo?
       Los poderes públicos prohíben la mendicidad y en todo caso la toleran en estos tiempos en los que hay quien ha de vivir pidiendo en la calle o de puerta en puerta,
       No obstante una parte importante de la población la rechaza y la mejor manera de rechazarla es no dando un euro a quien se lo pide. Algunas personas, para aliviar sus conciencias transmiten la leyenda de cómo son las mafias que se crean en torno a los limosneros que tienen tanto poder o más que las mafias de las mafias de verdad y cuentan cuántos mendigos han muerto siendo millonarios.
       Si los mendigos murieran siendo millonarios, no cabe ninguna duda de que el sistema no necesitaría de ningún cambio.
        Es la mendicidad un trabajo que ha de perseguir la autoridad porque no genera empleo ni paga impuestos y degrada el nivel de justicia social que parece corresponder con el sistema existente.

      ¿La prostitución es un trabajo?
       También las autoridades ven con malos ojos la prostitución y ni siquiera para recaudar impuestos le da visos de legalidad y aunque son muchas más las personas que utilizan los servicios de la prostitución que quienes confiesan que la utilizan, la realidad es que esta actividad está muy mal vista por la población tanto por las mentes bien pensantes como las mal pensantes.
       Qué diferencia hay entre la mendicidad y la prostitución y el trabajo como lo entendemos habitualmente en el que entregamos muchas horas de nuestra vida, nuestra fuerza física y nuestra capacidad intelectual por el precio que alguien nos quiere pagar y en tiempos como los que estamos viviendo, debiendo dar las gracias.

       Es muy complicado determinar cuáles son los trabajos dignos.
       Vamos a ver algunos ejemplos:
       Esta mañana he estado en una manifestación a propósito de una huelga general que se ha convocado donde vivo.
       Allí estábamos mucha gente de todas clases y condiciones y seguramente con ideas muy contradictorias entre las que nos movían a unas y a otras. Pero juntos andábamos de manera pacífica por medio de la calle casi todo el rato hablando con el que va a tu lado que a lo mejor hace mucho tiempo que no lo veías y que además había sido en las mismas circunstancias. De repente  más delante de donde yo iba, una avalancha de gente salió corriendo despavorida después de que sonara los disparos de pelotas de goma. De pronto delante de mí no había nadie y a unos cincuenta metros quedaba dos contingentes de la policía. Unos: vestidos de negro y los otros: uniformados de rojo.
Allí parado por la incapacidad de moverme a mí no se me ocurría otra cosa que no tener miedo. Y gritaba ¡vamos, vamos que no hay que tener miedo! Y me acercaba junto con otros hasta donde estaba la policía y pensaba para mis adentros para hacer acopio de valor: cómo puede alguien tener un trabajo en el que ha de: amedrentar, provocar, amenazar, pegar, disparar y en casos extremos llegar a matar, a personas como yo que no hemos hecho nada de lo que se nos pueda acusar… si acaso protestar.
      Protestar por una sola de las cosas por las que protestaría.
      Es este un trabajo digno.
     
      Aquí, donde estoy escribiendo estas páginas, recogido entre las montañas de la Sierra del Cuera, en el Valle Oscuro, las pocas personas que viven y que tienen capacidad para trabajar no tienen trabajo. Es el resultado de las políticas que para ser más eficientes han implantado y acabado con todas las economías rurales en las que se había vivido durante siglos sin más dependencia y denuedo que la que procuraba la propia naturaleza a la que se agarraban.
      También eran trabajos dignos con los que ya no se puede subsistir.
       En medio de la crisis, quien puede, trabaja algunos meses en el sector del turismo, el de la construcción hace tiempo que ha muerto y no se ha acabado con el problema de trabajar porque quien vuelve a trabajar a la ganadería difícilmente se gana la vida.
       Hay quien se apunta al ejército para defender la patria.
       Luego lo mandan a Afganistán a trabajar por la paz.
      ¿Son éstos los nuevos trabajos dignos de ser mantenidos…?
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       Uno de los trabajos, que no profesión, que a mí más me asombran es el de guardaespaldas, escoltas. Personas con las que me he cruzado por las calles de mi pueblo haciéndole la corte al alcalde de turno corriendo tras él y mirando a todas las partes a la vez.
       No me cabe en la cabeza: cómo es posible que haya personas que sean capaces de asegurar que van a entregar su vida por otro porque es ese su trabajo.
       Qué sabrá él, de lo qué pasará el día que se vea en ese brete.
       Qué concepto se puede tener del trabajo si ha de jugarse la vida. 
        Es conveniente reflexionar cuántas personas y cuántos empleos tienen el mismo cariz que el de los guardaespaldas, guardar: los intereses, las propiedades, la fama y el buen nombre de otros tantos poderosos: sistemas, instituciones o personas a cuenta de su propio nombre, de su propia fama y de su mayor propiedad.
       Todos sobran.
       Quien nada ha hecho nada tiene que temer. Decía un ministro.
      
       Otro trabajo que me transmite mucha pena interior es el de las personas contratadas para que vigilen los coches y no estén en los aparcamientos de pago más tiempo que el que han pagado. Todo el día en la calle tratando de poner buena cara a quién han denunciado. La verdad es que me enteré hace unos días que les llaman gusanos porque hay uno en cada manzana. Estos empleos tienen todos los componentes de lo que nunca debería ser un trabajo.
        -     Servicio público absolutamente innecesario.
     -  Gestionado por la empresa privada.
     -   Mal pagado y sancionador.
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Los bancarios me vienen ahora mismo a la cabeza.
      Nos tocan muy de cerca y nadie sabemos qué son en realidad.
      No hay más orgullo para los trajes de paño y las corbatas.
      Para las mujeres que han triunfado profesionalmente.
      Trabajar tras las ventanillas de un banco es una de las dichas más grandes que ha encontrado cualquier persona joven y brillante.
       Los bancarios son de los escasos profesionales a los que por medio de los ordenadores les han medido su productividad al céntimo.
       Productividad que a ellos se la han pagado también al céntimo.
       Sueldos, primas, comisiones, objetivos, bonos.
       Aquellas personas que hace unos años eran las de tu confianza, las únicas que sabían cuánto dinero tenías y si te iba la cosa bien o mal, en los últimos años han aprendido a robar, a robar a sus clientes a los más débiles mucho más que a los pudientes.
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        Empresario, creo que también es una profesión de la que se había de evaluar su necesidad social como líderes de la actividad económica sobre la que se basa el sistema. En la división del trabajo, cuando a alguien le corresponde ser empresario, con mejor o peor fortuna, como si de un sacerdocio que imprime carácter se tratara, se es empresario durante toda la vida. Si la empresa le lleva al empresario al trabajo abnegado de muchas horas y de muchos días y al fracaso económico, las consecuencias financieras le puede perseguir de por vida.
       La sociedad no perdona el fracaso de los demás.
       Si la empresa le lleva al trabajo límite estresante y absorbente y al éxito, las consecuencias son más insignificantes pero garantizan convertirse en un perfecto sinvergüenza ante los ojos de quienes la conocen y en un presunto delincuente.
       La sociedad no asimila el éxito que no sea el suyo.
       Para seguir vivo con su empresa el empresario tira para adelante. Trata de buscar nichos de mercado en aquellos lugares en los que nunca nadie ha pensado antes, por lo tanto se ha inventado un servicio, un trabajo que aunque no sirva para nada, el mercado lo ha dado por bueno y ya trabaja para que ese cuento dure toda la vida.
       No merece la pena: ni tanto mérito, ni tanta tragedia.
       No merece la pena crear tanto trabajo ni tanto cuento.
       El mismo empresario atenta contra su propia dignidad.
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