Si importante es el trabajo como
elemento tractor que transmite el movimiento a todos los factores de la
actividad económica, la empresa es el espacio en el que se mueven y pelean todas
las afecciones que representan a estos factores que soportan el sistema.
El propio sistema en
ocasiones se denomina de Libre Empresa.
Cómo se entroncan los
factores económicos en la empresa.
·
Tierra.
La imperiosa necesidad de
inmuebles que se soportan con rentas o hipotecas, muchas veces sin valorar adecuadamente
ni su necesidad ni su coste, es el espacio físico en el que se establece la
activad de la empresa. Dentro de este concepto también se debe incluir a otros
grandes inmovilizados. La satisfacción de esta necesidad suele tener una importancia,
transcendencia y coste definitivo para la actividad empresarial. En las últimas
décadas para dar viabilidad a estas inversiones se han puesto en práctica
fórmulas de ingeniería financiera se ha retorcido el derecho civil hasta
hacerlo incivil.
Este componente que en la
actualidad está soportado de una u otra forma por grandes las corporaciones
financieras, tiene leyes que lo protegen en cuanto a: los contratos de
arrendamientos, leasings, hipotecas, en lo que respecta a su resolución o
impago y en muchas ocasiones es determinante para la viabilidad de cualquier
Empresa.
·
Capital.
Posiblemente porque quien
tuviera abundante capital nunca montaría una empresa, hay una costumbre de
crear empresas que desde el primer minuto están descapitalizadas. La ley lo
permite y es muy habitual encontrarse con empresas que nacen ya quebradas y que
hasta sus primeras pérdidas las han de compensar con créditos.
La financiación básica de
las empresas, en sus primeros años, no se realiza con capital sino con
préstamos que se consiguen como se pueden si se han aportados suficientes
avales personales y casi las más de las veces a corto plazo. Si se aguantan las
primeras olas y ha pasado suficiente tiempo, entonces es el crédito más amplio
y a largo plazo. El sistema financiero esquilma sin piedad a las empresas sobre
todo en aquellos momentos de mayor dificultad.
·
Trabajo.
No puede haber empresa sin
trabajo. Y aunque el trabajo trata de vivir en un ambiente de avenencia y de
navegar en el mismo barco que la empresa, por el bien de ambos, la realidad es
que el mundo del trabajo en la empresa, se convierte en un problema
esquizofrénico en el que se puede plantear cada día cualquier ecuación
irresoluble en medio de una pelea inagotable a la que han llamado lucha de
clases.
·
Gestión.
La capacidad de Gestión en
todas las facetas necesarias para el buen desarrollo de la actividad
empresarial, si no es por sus propios medios sí por asesores externos, se
supone como la cualidad más importante de la que se reviste la Empresa.
Nada más lejos de la
realidad hasta en las cosas más importantes.
Esta necesidad de gestionar
a todos los niveles y en todas las direcciones no pasa de ser satisfecha con actitudes
de emoción e ilusionismo, de presunción e ignorancia.
Por ello puedo decir sin
temor a equivocarme que es tan escasa la capacidad de gestión que se tiene en
las empresas más comunes, que visto que el beneficio le corresponde a su
capacidad de gestión casi todas ellas están de pérdidas.
·
Y el Estado.
Para el Estado las empresas
resultan un negocio redondo por lo que supone de impuestos con los que han de
aliviar sus arcas, si no por los impuestos que le corresponden directamente sí
por los que debe de recaudar en su actividad y de sus trabajadores.
El Estado también utiliza la
plataforma que suponen las empresas en su quehacer diario y con su burocracia,
y las utiliza para que soporte la logística de cualquier iniciativa legislativa
que no sabe cómo vehicular con sus propios medios y las obliga a ponerse a su
servicio sin posibilidad de réplica.
El Estado es capaz de
conseguir que una empresa tenga mayores problemas y tribulaciones en su
relación con la administración y con las obligaciones con carácter prioritario que
le impone, algunas veces de la noche a la mañana, que con los problemas comunes
de su actividad que pueden quedar en un segundo plano.
Todos estos intereses se
baten sin respetarse en este espacio ficticio que es la Empresa y desde ese punto cada día hace que se active la
economía. La empresa además se tiene que hacer cargo de todo lo que pasa a su
alrededor sea por la causa que sea y se ve rodeada por una infinidad tan grande
de leyes normas y obligaciones que ni el más listo de la clase podría saberlas
todas.
Como consecuencia del
trabajo que he realizado a lo largo de mi vida he conocido muchas empresas por
dentro. Grandes y pequeñas. Solventes y quebradas. Con inteligencia y buen
hacer o dirigidas desde la estupidez y el desconocimiento. Artesanas y
vanguardistas. La única virtud que he encontrado en todas ellas es que a
trancas y barrancas han ido alimentando algunos puestos de trabajo. Al menos
reconozco que son el medio de vida de muchas gentes y familias, incluidos
quienes las dirigen, que de otra manera, si alguien tuviera que contratar a
ellos mismos para trabajar, lo tendrían muy difícil.
Desde hace muchos años
siempre he mantenido la idea de que una empresa es una partida de póker que a
fuerza de alcohol y tabaco hace una apuesta tras otra mientras está viva y se
puede defender en el mercado. Cuando se crea una nueva Empresa se hace la
primera apuesta y casi siempre se pierde. Sin embargo, se apela a la mala
suerte y de una manera u otra se hace sus cuentas para convencerse de su
viabilidad y vuelve a apostar el doble en una nueva partida. Así una y otra vez
siempre pensando recuperar lo puesto y lo perdido con anterioridad. Pasan
muchas partidas hasta que se es consciente de que se está jugando a doble o
nada. En algunas partidas se gana y entonces la euforia lleva a cometer las
grandes locuras porque se llega a pensar que por fin se le ha encontrado el
tranquillo y que se le pueda ganar a la baraja y no hay manera de levantarse de
la mesa.
Al final se comprueba que en
la partida los demás son tahúres.
Cuando en la primera apuesta
se gana entonces la cosa puede ser mucho peor porque entonces ya todo parece
fácil y la Empresa se
convierte en un ente fantástico e irreal en el que cualquier proyecto por
descabellado que sea tiene cabida.
Conozco muchas tragedias que
nacieron del éxito.
Hay algunas personas que se
montan empresas con las ideas más descabelladas que se pueden imaginar. Los
medios, las noticias, para animar a los emprendedores, anuncian a bombo y platillo
que cualquier idea puede ser válida para hacer negocio y que nada es imposible
si se aplica el suficiente esfuerzo e imaginación.
Se puede admitir socialmente
cuando estas empresas innovadoras tienen éxito y producen algo útil, pero no
siempre es así, porque la mayoría de estos inventos están destinados a producir
productos y servicios que no tienen ningún valor para la humanidad. .
No obstante todas tratan por
todos los medios que sus productos, pasen a formar parte de las necesidades
cotidianas de la sociedad aunque humanamente no sirvan para nada.
En las últimas décadas son
muy pocos los que han servido para algo.
Cuando oigo que se han
cerrado no sé cuántas mil empresas, me invade una sensación agridulce, puesto
que entiendo cuáles son sus consecuencias negativas, pero a la par, pienso en
cuántas personas por fin han dejado de sufrir y de alimentar un sistema en el
que la empresa es el engranaje en el que pivota toda la maquinaria y que tiene
la responsabilidad de hacer ver la necesidad del trabajo y de justificar el
trabajo como único medio de hacer rodar al sistema.
En nuestros días, sin
embargo, nadie puede negar salvo desde el desconocimiento más descomunal que la
mayoría de las empresas que se inician, fracasan en su empeño nada más empezar,
y en el fracaso lo que hacen es, a pesar de haber entregado a ellas mucho
trabajo, dejar un montón de tierra quemada en todas las direcciones.
Más adelante el noventa por
ciento de las empresas que se inician a los pocos años están cerradas habiendo
dejado muchas secuelas entre todas las gentes que de una u otra manera con ella
colaboraron.
Estos son datos que se
silencian para que conociendo la realidad quien se inicia no vea quemadas sus
ilusiones antes de empezar.
Pero mientras tanto ha
alimentado los otros factores del sistema.
Por eso el sistema trata por
todos lo medios que inicien empresas.
El cierre de la empresa es
uno más de la serie que contempla el fracaso y sin duda que con el cierre de
una hay otra que se beneficia.
Un enemigo menos.