lunes, 19 de enero de 2015

Otra realidad del trabajo

La rotación de las personas en los trabajos y de diferentes trabajos entre distintas personas daría un enriquecimiento interior a las personas y una eficiencia al trabajo que ahora mismo es inimaginable. Además esta opción resultaría ser un buen modo de dar disposición y solvencia con las que tener mejores condiciones para defender su trabajo a las personas que han de trabajar. Sin embargo, es una siembra imposible: nadie puede hacer germinar una semilla que no tiene y cuando los trabajadores se aferran a su puesto de trabajo limitan sus capacidades y entre el aburrimiento y la abulia quedan estériles.
       En la vorágine espantosa de este mundo, en la conciencia social se sigue considerando un bien la conquista de la estabilidad en el trabajo. Con esta inmovilidad al parecer es la única manera de que se pueda vislumbrar y planificar un futuro: un trabajo para toda la vida. No hay cosa peor que defender el puesto de trabajo tan indefinido que incluso el trabajador quiere dejar en heredad a alguno de sus descendientes. Este es el sueño y el recurso de los timoratos, con miedo abrasador a perder el trabajo y con los que las empresas o instituciones con tintes paternalistas quieren comprar la vida entera de sus trabajadores.
       El otro día entre en las oficinas centrales de la Caja Agrícola.
      Hacía treinta años que no entraba en aquella casa y entonces lo hacía a menudo. Puerta principal, a la izquierda en cuatro pasos un mostrador, tras el mostrador la misma mujer que hace treinta años. Entonces joven y ahora mayor, tan mayor que me ha alcanzado y ya es de mi ti tiempo. Yo no veo más que a una mujer en una madriguera a la que ha ido a protegerse durante toda su vida laboral porque allí se siente segura y mejor que nadie sabe qué hacer. Un trabajo altamente cualificado. Una mujer que ha conocido: la centralita telefónica, el telégrafo, el fax y el correo electrónico y que en su potro de tortura no ha sentido más dolor que cuando le cambiaban la silla.
      En el interior del alma proletaria subsiste esa ideología burguesa por la que no se puede rechazar la mano que te da de comer y el menestral ha de estar allí donde dios disponga y la mano te mande. Una manera de entender la vida laboral que perjudica muy gravemente a quien ha de trabajar y que lleva a perder su vida a trozos a quienes no les importa perderla porque para nada les vale.
       La realidad viendo el trabajo desde otra perspectiva, es que desde esa estrategia falaz e ineficiente del trabajo para toda la vida se han abierto unas diferencias tan enormes entre quienes tienen trabajo para toda la vida y quienes no lo tienen. Porque esta misma circunstancia se extrapola entre quienes están trabajando en un sector o en otro, entre los que tienen una edad u otra y tiene sus consecuencias. Por lo tanto entre quienes trabajan hay una lucha solapada con quienes no trabajan y han de llegar a un acuerdo en el que se repartan el trabajo y sus rentas, con independencia de cómo actúen el resto de los factores económicos.
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Si miro la realidad económica desde una perspectiva de los últimos cuarenta años que es de los que tengo referencia propia, compruebo que pesar de que el sistema está inventando productos nuevos cada día a la vez que descubre nuevas necesidades, los bienes y servicios básicos que se producían entonces es muy parecido a los que se producen ahora.
       La producción tiene en la actualidad mayor volumen y complejidad, pero en realidad y desde la observación de los productos y servicios importantes: los de atención a las necesidades humanas, con el paso del tiempo son prácticamente los mismos.
       No obstante el mundo no ha podido ni necesitado duplicar ese número de productos y servicios importantes e imprescindibles, y sin embargo, ha llevado a la población a trabajar el doble de lo que trabajaba antes de estos tiempos nuevos. Los hombres siguen trabajando ocho horas y las mujeres, como un trofeo en su batalla por la igualdad las han de trabajar también si quieren tener una autonomía financiera.
       Pero también trabajan mucho más que el doble las cantidades ingentes de población de países a los que consideramos en vías de desarrollo que han pasado de justamente de procurar su subsistencia a producir para el resto del mundo sin más razón que incrementar el poder y las riquezas de sus clases dirigentes y mal seguir subsistiendo.
       Y teniendo que trabajar tanto por ahora nada se ha solucionado.
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Hemos de observar la realidad desde el hecho que desde el mundo empresarial tampoco llega la solución a los problemas de mundo del trabajo ni de quienes necesitan trabajar para supervivir. Solamente crean trabajo en aquellos lugares el los que puede mover capital con arreglo a sus condiciones y hacer valer su capacidad de gestión e implantar un saber hacer que nada tiene que ver con mejorar la productividad real.
       Las cantidades de dinero que disponen: los bancos centrales, las grandes trasnacionales, y la industria financiera con la grandes fortunas, los fondos de inversión, unido a los ahorros de sus cómplices infiltrados en la sociedad, son tan ingentes e incalculables que salvo excepciones, es imposible que las personas corrientes, con proyectos normales, sean capaces de emprender o colaborar en ganarse la vida de una manera racional sustentando su existencia en el trabajo.
       Los empresarios cuando por razones que no tienen nada que ver con el mundo de trabajo se ven incapaces de hacer sus inversiones en los lugares donde han acumulado su capital, con la aquiescencia el orgullo y el apoyo de los gobiernos ve van a hacer esas inversiones, a promover los grandes proyectos de creación de puesto de trabajo, a crear riqueza, a otros países en los que la mano de obra es más barata.
      Entonces se habla de expansión y diversificación.
      Aunque en realidad se le ha de llamar deslocalización.
      Productividad es incrementar y abaratar los costes de mano de obra.
      Difícil es soñar con un puesto de trabajo digno y para toda la vida.
      Mientras tanto en este estado de cosas desde los departamentos de recursos humanos piensan cómo cebar la ambición del trabajador que no es otra que ganar más dinero con su esfuerzo más sostenido en el mismo tiempo. Aunque hace casi un siglo que Estajanovich ideó la herramienta para dar una nueva dimensión al trabajo, en estos tiempos las primas de producción para quien trabajar con mayor tensión de la requerida con normalidad son las que además fijan in-crecendo los objetivos de la cantidad de trabajo a realizar. Trabajadores que en plenas facultades para trabajar en perfectas condiciones y en virtud de su derecho y ambición, no son capaces de llegar a ver que a medio plazo cuánto más esfuerzos hacen en el trabajo menos valor tiene para quien le paga. No obstante exigen al resto de sus compañeros, los demás trabajadores, que como ellos hagan la cuota parte de trabajo que les corresponde para ver reconocido su mismo derecho ante quien paga, sin darse cuenta que cada  día son más los que están mirando y contado y controlando lo que hacen y que son los mismos que mañana les dejaran sin trabajo.
       Y sin embargo la gran mayoría de los productos y servicios que consumimos la población, se hacen muy cerca de nuestras casas y de nuestras vidas y se pueden resolver a pequeña escala. Actividades en las que nada tienen que ver los flujos mundiales ni el valor de la moneda.
                                                                                           
Es trabajo de unos, recíproco con el trabajo de quienes están cerca.
-  Asistencia sanitaria.
-  Cultura y enseñanza.
-  Escuelas y universidades. 
-  Cultura, ocio y entretenimiento.
-  Servicios y mantenimiento.
-  Comercio, alimentación.
 

Datos de Instituto Nacional de Estadística a 31/12/2011.
 
Total salarios por cuenta ajena
      508.620
 100.00%
Salarios Administración
142.962
28,11%
 Salarios Comercios.
120.605
23.71%
Salarios Industria y Energía
103.405
20,33%
Salarios Servicios,
45.711
8,99%
Salarios Construcción.
42.356
8,33%
Salarios Culturales y Ocio
26.805
5,27%
Salarios financieros
22.066
4,34%
Salarios Agricultura.
En millones de euros.
 4.700
0,92%
 
 
    En un somero repaso a estas estadísticas hay cosas a tener en cuenta:
- Mucho más del 80%  de los trabajos se prestan en actividad interna, a la que no le afecta su relación y/o dependencia con el exterior.
- En torno al 25% de los salarios correspondería a trabajos inútiles.
- Resulta muy curioso las escasas rentas que genera el sector de la Agricultura y de la Ganadería que crece año a año durante todo el siglo sin llegar a alcanzar el 1% de los salarios. Más si cabe sabiendo que los 727.900 trabajadores tienen con una renta media anual de 6.464 euros.
- Las rentas salariales del sector de la construcción suponen un total de 1.378.800 trabajadores a los que les procura una renta anual de 30.700.- euros. Cinco veces las de la Agricultura y de la Ganadería.
- En el sector financiero y de seguros, que parece que no existiera en el ambiente, supone una parte importante de la actividad laboral.
Ninguna de estas circunstancias es casual ni inocente.

miércoles, 7 de enero de 2015

Un trabajo para cinco años

 
En el año 1984 leí una obra que no recuerdo cómo llegó a mis manos ni quién la puso para que la leyera y así provocarme un rato. Entonces me urgía mi denuedo por comerme la vida a dentelladas. Quizás llego cuando todavía era demasiado joven para entender ciertas cosas del mundo que me rodeaba y que me prometía cualquier cosa que me imaginara. Era por aquel tiempo cuando me preparaba para entrar a trabajar en una gran empresa y dar un cambio a mi vida.
       La obra en cuestión es: El principio de Peter
       El autor era un americano llamado Laurence J. Peter.
       Escribo de memoria lo que quedó en mi cabeza de aquel principio y que se resume: En las organizaciones humanas cada cual asciende hasta alcanzar su grado de incompetencia.  El autor determina que esta es la causa por la que sin remedio casi todo funciona bastante mal: social y económicamente, porque al correr de tiempo todo está dirigido por incompetentes. Aunque tenía otras variables este principio sencillo quedó gravado así en mi saber y me ha servido para rotos y descosidos.
        Lo cierto es que algunos de los argumentos, las descripciones, las conclusiones a las que llega este autor en esta obra me impactaron y en estos años las he utilizado para analizar el mundo que me rodeaba tanto en su lado público como privado, empresarial o cotidiano. También este principio lo he tenido en cuenta  para analizar a muchas de las personas y de las responsabilidades que me he encontrado en las diferentes empresas y organizaciones sociales por las que he pasado. Reconozco que he podido comprobar que en muchos casos el Principio de Peter se cumple a rajatabla y los ejemplos en los que se refleja son un derroche de trabajo y una gran insatisfacción para quien está obligado a trabajar.
        Estaba editada la obra el año 1957. El mismo año en el que yo nací.
        Ahora me doy perfecta cuenta que para cuando yo llegué al mundo este autor ya sabía más de la vida y las relaciones humanas que lo que yo he conseguido aprender hasta a fecha. Entre otras, esta obra junto con Utopía de Tomás Moro de la que un extracto aparece al inicio de esta obra y Bertrand Russell en su Elogio a la ociosidad que se resumen las páginas finales son los tres pilares que soportar esta obra.
        Posiblemente, en el fondo esta sea de las causas por las que a lo largo de mi vida nunca he estado más de cinco años trabajando en la misma empresa, ni en idénticas tareas, ni con iguales responsabilidades.
       Por el temor a alcanzar mi propio grado de incompetencia.
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Ejemplos de ineficiencia producida por el paso del tiempo.
      - Estoy tratando de sacar adelante una empresa que tiene más de treinta años de historia y en la que todos los trabajadores son los mismos que empezaron entonces. Aunque ellos dicen que ha cambiado mucho su manera de trabajar y que tratan de mejorar cada día y así se demuestra en la aceptación del producto en el mercado, en realidad siguen trabajando de la misma forma y con la misma filosofía de trabajo y de producto que cuando empezaron. Lo cierto que a día de hoy, los índices de calidad y productividad son muy bajos en medio de un alto nivel de esfuerzo y dedicación de quienes aportan su trabajo directo. Si no soy capaz de cambiar de arriba a bajo cada uno de los hábitos aprehendidos y adquiridos la empresa no es viable.
       - En estos días según se cuenta en los medios de comunicación se están concatenando varios errores policiales que son incomprensibles y capaces de abochornar en cualquier profesión. Estructura jerárquica y disciplinada en la que quien es policía es policía para toda la vida. Sin duda para ocultar el grado de incompetencia que han alcanzado a la vez aseguran que a pesar de estos errores cometidos esta seguridad nacional pedestre es la mejor inteligencia científica del crimen de Europa y que sus profesionales están siendo solicitados desde el MOSAD israelita.
       - Llevo veinte años visitando como paciente a la endocrinóloga que tengo asignada en el sistema de sanidad público. Una persona sin tacha pero que conforme pasan los años trasmite su hartazgo con el trabajo que realiza. En las últimas ya casi ni me reconoce, ni me escucha. A veces pienso que no tiene más interés y preocupación que saber porqué todavía no me he muerto con la glicosilada tan alta durante tantos años.
        La desidia en el trabajo que se hace, la apatía y falta de decisión para hacer cosas nuevas, la displicencia y el aburrimiento porque el mismo trabajo ya no tiene ningún incentivo personal, la complacencia de dejar que se haga lo que se quiera aunque sea un inconveniente, con el paso de tiempo se filtran en las personas y en las organizaciones hasta inutilizarlas por completo y demandar más trabajo para nada.
       Son los defectos de las empresas y actividades sin movilidad.
      
       Lo cierto es que en la actualidad de las sociedades, la dinámica que toman las necesidades sociales y económicas: reales y ficticias, son tan dispares y cambiantes, y es de preveer libremente de cómo sea el estado de cosas existente que lo seguirá siendo en el futuro porque seguramente tiene muchos aspectos positivos para el disfrute y el desarrollo de la humanidad y porque así ha sido siempre y mejor si lo sigue siendo.
       * Los proyectos, los productos cada día tienen una vida más corta y efímera. Algunas tareas y profesiones tienen fecha de caducidad. Lo cierto es que en casi todas las ocasiones, se necesita que la persona que trabaje sea lo menos profesional posible, porque es la mejor manera de aprender la nueva profesión sometida a instrucciones y procedimientos.
       * Las profesiones, los oficios cada día van cambiando en su técnica. Si se quiere aprender y hay voluntad de aprender y ganas de enseñar las cosas cuesta relativamente poco aprenderlas. Está demostrado que a la par que van adquiriendo conocimientos y experiencias válidas en las tareas laborales, se facilita el aprendizaje de cosas nuevas y diferentes.
       * En la actualidad, al saber hacer de las cosas, la inteligencia se aporta en grandes cantidades con: mecanismos, tecnología, informática, más que la labor estricta de quien está haciendo el trabajo. Si se observa el entorno de cualquier tarea, el desarrollo humano está carente de cualquier utilización de la inteligencia y todavía peor: la distribución, la organización del trabajo y en general de las tareas que se entremezclan parece como si se quisiera evitar utilizar cualquier ápice de inteligencia.
      * Por muy bien que crean que las hacen, no hay tarea más difícil que hacer por cambiar los hábitos y defectos en aquellas personas que hacen las tareas de una manera determinada durante muchos años seguidos.
      * Los hábitos y costumbres más difíciles de arrancar son aquellas que están diseñadas por el trabajador para ocupar el tiempo de trabajo y hacer ineludible las prestaciones que realizan y justificar su empleo.
       Las técnicas modernas de producción y organización de la producción han hecho posible reducir la cantidad de trabajo para realizar cualquier tarea y las capacidades humana necesarias que se requieren. Estas técnicas ayudan a la rotación en el trabajo con significantes mejoras en la productividad. También para esto sirven los adelantos para que todos sepamos y podamos hacer de todo.
        Las empresas entendidas como el punto en el que nacen los productos y servicios no tiene porqué ser el fin último de las personas. Las empresas también mueren y el peor destino que se puede programar en la vida laboral y vital de una persona es que vaya unida a la vida de la empresa en la que trabaja o viendo como su casa sacrifica los puestos de trabajo como si fueran una máquina o una herramienta amortizada.
       
En otras ocasiones se abarata el despido desde la perspectiva de activar la economía abriendo oportunidades y mejores condiciones a nuevas contrataciones. El sistema trata de quitar importancia a la fuerza de trabajo y no permite que el puesto de trabajo sea un valor para quien trabaja. El despido barato, el despido libre, entendido siempre desde una posición de ventaja para la empresa, desde el complejo de inferioridad que tiene quien ha de trabajar para comer y se tiene que agarrar al puesto de trabajo como a un clavo ardiendo, logra que no llegue a comprender que el arma del despido la tiene él mismo en su voluntad.
       Mejor solución sería abandonar el puesto de trabajo:
       ·   Cuando el trabajo ya no te ofrece más que dinero,
       ·   Cuando se va tragando tu vidas sin más pago que el sueldo,
       ·   Cuando se aguarda con desespero la hora de dar de mano.
       ·   Cuando la felicidad se transforma en insatisfacción.
      
Estoy seguro de que entonces se abrirían para las personas que han de trabajar para comer: nuevas oportunidades de alimentarse con otras actividades que puede afrontar con sus propias capacidades.
     
       La proyección del trabajo personal nunca debiera de pasar de cinco años, cualquiera que fuera el trabajo y por muy técnico que pudiera ser. Es un tiempo suficiente para que cualquier persona, cada cual dentro de sus capacidades, pueda: aprender, desarrollar, ser eficiente y marchar.
       Se inician tiempos de aprender y se acaban las condenas perpetuas.
       Intentamos imaginarnos qué pasaría si cada trabajo, si cada contrato de trabajo en una determinada empresa o administración, cada puesto de trabajo para una persona concreta en cada momento, cada compromiso en cualquier organización, tuviera una duración máxima de cinco años.
       * Todo mejoraría para el mundo del trabajo y para quien trabaja.
       * La riqueza personal crecería a un ritmo impagable
       * La construcción de la personas mejoraría evidentemente.
       * En todos los aspectos el valor del trabajo crecería.
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jueves, 1 de enero de 2015

Trabajar cuatro horas.

Habríamos de saber que a todas estas personas nada de lo que le fuéramos a dar con el Salario Social que se ha explicado en el anterior capítulo, iba a ser fruto de otra cosa que del trabajo, de nuestro trabajo, del trabajo de todos. A medio plazo: estos derechos que parecen ser un coste social, acabarían siendo muy eficientes en la satisfacción de las necesidades humanas y un paliativo de las realidades y de las miserias que se hacen patentes en muchas capas sociales. Esta medida se tornaría muy económica para quienes no tienen otra cosa que el trabajo para subsistir en el mundo y legitimaría la condición social de los estados.
       Pagar un salario y con el salario saber administrase y gastar en lo que cada trabajador entendiera conveniente era otro paso en la historia que también se ha superado. Hemos pasado de que en la antigüedad, por el trabajo y con el trabajo se pagaba: la comida que permitía poder subsistir, el techo en el que poder descansar cerca del tajo y la ropa necesaria para salvar las inclemencias del tiempo a estos tiempos modernos en lo que no se tiene derecho a nada si no se tiene trabajo.
       En la actualidad seguimos la filosofía de una moral esclavista en la organización social y en las correspondencias económicas. El trabajo es lo único que garantiza la vida de las personas y si acaso su dignidad. Aplicada esta manera de entender la sociedad en estos tiempos y circunstancias que vivimos, completamente distintas de aquellas en las que surgió, se hace realidad aquello de: el que no trabaje no come.
       Es tan importante para el sistema económico el trabajo de la gente, que el sistema en sí mismo se defiende desde la idea de que quien consta que más ha trabajado más derechos tiene, y quien nunca ha trabajado todos los derechos que tiene no es porque se los haya ganado sino porque quienes trabajan son solidarios con ellos y se los regalan.
       No es de extrañar que el resultado esté siendo desastroso.
       El trabajo con el que la humanidad se abastece de bienes y servicios, aunque es necesario en cierta medida para nuestra procurar nuestra coexistencia, no puede ser, bajo ningún concepto, uno de los fines más importantes de la vida humana y mucho menos la razón necesaria y fundamental de la existencia y de la subsistencia de las personas.
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El objetivo principal de esta obra sobre como se ha hecho realidad el oráculo de la maldición divina, es tratar de demostrar que: en el mundo occidental y por ende extrapolable en el tiempo a todo el planeta, que: trabajando la mitad de lo que se trabaja en la actualidad, trabajando toda la población activa y en unas condiciones de producción razonable, sería suficiente para vivir el conjunto de la sociedad mucho mejor de lo que se vive ahora. Esta opción, pudiera arrancar de la sociedad la amenaza de la pobreza y de la humanidad el adocenamiento y la barbarie.
       Y son dos problemas que socialmente se han de resolver.
       También ahora, en alguna de esas veces en las que me pongo a pensar para entretenerme, llego a la conclusión de que con un poco de organización y de ingeniería social, la humanidad tenía que trabajar mucho menos de lo que trabaja. Sin proponérmelo compruebo de nuevo el principio de que: las cosas siempre han de prodigar el tiempo que se tienen para hacerlas, casi con una validez  matemática.
       El hecho es que: el hacer cosas por hacer, por obligación vital, como se hace tan a menudo sin que a nadie le importe y a algunos beneficie, es como mover la silla de un lado a otro por el mero acto de moverla y que sea razón necesaria para tener derecho a sentarse en ella.
       Hay muchas labores por las que ya no se pueden entender necesarias semanas de cuarenta horas y cuarenta y cinco semanas al año de trabajo, Ha sido la manera en la que el sistema ha creado trabajos ficticios para apuntalarlo, y dando muchos rodeos nos han organizado sin sentido la vida laboral en las últimas décadas y por lo tanto la vida en todos los términos, para tener derecho a sentarnos en la silla.
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Esta alternativa si se planifica económica y socialmente puede ser una realidad en unos pocos años sin que nadie se vea perjudicado en sus intereses y posibilitando que cada cual pudiera vivir de su trabajo y que el trabajo para vivir: no fuera lo que determinara fatalmente sus vidas.
      Esta estrategia hace absolutamente necesario repartir el trabajo.
      Pero además se ha de abolir todos los trabajos innecesarios.
      El problema es relativamente sencillo:
      Parece ser que en la actualidad el 25% de la población activa está sin trabajo. Desde una ingeniería destreza social, económica y política, de un primer paso podríamos pasar de las ocho horas diarias que se trabaja habitualmente: a seis horas diarias durante doscientos días. Mil doscientas horas anuales para cada persona en disposición de trabajar. Hasta aquí no sería necesario reformas en los salarios de las personas con trabajo y en todo caso no tendría porque suponer perdida de poder adquisitivo del factor trabajo, ni siquiera que disminuyera el total absoluto de la remuneración del trabajo en todos sus aspectos.
En la gran mayoría de los casos quedaría patente que si antes teníamos ocho horas para hacer algo, ahora tenemos seis para hacer lo mismo.
       Pero yendo más allá, a estas alturas de mi vida estoy convencido de que quien trabaja y trabajar para vivir y ver cubiertas todas aquellas necesidades que la cotidianeidad aconseja y provee en el mundo actual, no precisa de vender cada día más de cuatro horas de su vida al trabajo. Y este convencimiento está basado en las cuatro cuentas que se pueden hacer para conocer la realidad del mundo del trabajo y que demuestran, que por esta razón de trabajar menos se hubieran de mermar los arqueos económicos que ahora tiene la población. Ante esta convicción habrá quien entienda que esto es una locura porque si se diera esa posibilidad nos iba a perseguir la miseria y la pobreza.
       No. Produciríamos los bienes y servicios necesarios para bien vivir.
       Acuso a quienes juzgan como: utópica, quimérica e irrealizable esta posibilidad humana de trabajar menos es porque observan y entienden a los trabajadores bajo ese pobre concepto que ha sido moldeado en lo más penoso de la historia de que no valen más que para trabajar y que si no trabajaran a saber qué iba a hacer de su vida.
        En anterior capítulo se ha relacionado algunos trabajos inútiles si bien cada cual puede crear su propia lista, si fuéramos capaces de evitar todos los trabajos inútiles que se hacen en la sociedad es muy posible que en unas décadas pudiéramos pasar a trabajar cuatro horas al día, ochocientas horas al año o treinta mil horas durante toda la vida. Este total de horas nos daría para todo y para que no nos faltara lo más importante de la vida: tiempo para vivir, ser ciudadanos y personas.
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Un amigo me dice:
      Si hay un derecho al trabajo para las personas y si este derecho está reconocido por todas las leyes del mundo occidental, todas las personas que lo requirieran deberían tener un trabajo al menos de cuatro horas al día con el que pudiera cubrir dignamente todas sus necesidades. E n caso de que no tuviera este trabajo los estados que son los garantes de que las leyes se cumplan en todos los ámbitos, habrían de resarcirle con un cantidad igual al salario que podría ganar si trabajara. Y si el Estado no cumple la sociedad lo debiera requerir.
       Creo que tiene razón mi amigo y habría de respetar las leyes de la misma manera que se respeta la propiedad privada que es el otro pilar fundamental de la civilización en la que vivimos y que todas las leyes la protegen hasta en los más pequeños detalles.
        Podemos pensar en cómo a todas personas que tienen la necesidad de trabajar, la obligación de trabajar y el subjetivo derecho al trabajo, se les facilitara la posibilidad de trabajar al menos cuatro horas al día o veinte horas a la semana o mil horas al año. Una de las maneras de garantizar el trabajo para todas aquellas personas que lo necesitarán sería responder desde las mismas estructuras del Estado con un trabajo de cuatro horas aunque esta solución tuviera como consecuencia hacer perder poder al poder del que ahora disfrutan el funcionariado en exclusiva y que son el alma de propio Estado.
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Es posible que quienes han de trabajar durante toda vida en estos momentos estén muy cansados porque el ambiente que se vive en el mundo del trabajo últimamente es muy difícil de obviar y sostener, pero no obstante se ha de reconocer que en estos días, una parte importante de la población no daría credibilidad a la posibilidad de trabajar mucho menos de lo que trabaja. No le interesa aunque ganara lo mismo y no bajara el nivel del estado de bienestar que se ha conseguido alcanzar en su entorno. Una parte muy importante de quienes tienen trabajo, aunque sea en precario y mal pagado, no puede dejar de trabajar porque tiene que subsistir y su subsistencia es determinante en sus deseos.
        Lo más determinante y trágico para que la población acepte este reparto de trabajo que es tan necesario por alguna de las razones que se han expuesto y por una cuestión de justicia y de equilibrio entre deberes y derechos, sigue siendo dinero: el crédito y el ahorro.
           -  Aquella parte de la población que tiene dinero ahorrado no puede facilitar que no haya necesidad de trabajar porque es indeleble su voluntad de que su dinero se mueva para que no pierda su valor.
      - La otra parte ha de pagar los créditos que enredan se presente y que dan viabilidad a su futuro aunque sea en base a su propia esclavitud.
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lunes, 22 de diciembre de 2014

El salario social

El sistema ha acabado económica y civilmente con los insolventes.
      Y los muchos insolventen son los que van a acabar con el sistema.
      Porque el sistema no les va a dejar el mínimo de subsistencia.
      Y los insolventes van a procurar su subsistencia como sea.
      Y entre todos hemos de establecer un nuevo sistema.
      En el que podamos subsistir todos con dignidad.
      Somos muchas las personas, sin necesidad de haber fracasado, a los que no les va a quedar otro remedio que hacer valer su mayoría social que ahora ejercen obrando bajo la ley de la subsistencia. Este es uno de los más esenciales errores del propio sistema porque hay muchas más personas que son insolventes desde el punto de la perspectiva de que no tienen nada con que responder ni ante su propia vida:
      * Niños de familias desestructuradas y sin recursos.
      * Capas de jóvenes que no tienen trabajo.
      * Personas adultas incluso con cargas familiares
      * Personas mayores sin los mínimos recursos vitales.
     Todas estas capas de la sociedad que resisten con todas las miserias que conlleva la subsistencia y que han de vivir dignamente exigiendo que se garantice la subsistencia digna de todas las personas.
      Al inicio de esta obra ya he explicado cómo el trabajo, dentro del sistema económico que nos ha hecho presa sin dejar posibilidad de escape, lleva una contabilidad aparte para encorsetar la distribución de los recursos necesarios para la subsistencia vital de las personas siempre a cuenta del trabajo: presente pasado y futuro.
      Ya hemos visto que cuando llega el momento de planificar las pensiones es de donde más le interesa al sistema que sean tal y como son, porque es la mejor manera de seguir sosteniendo las desigualdades que el mismo trabajo genera entre los trabajadores. Una forma de actuar que a muchos trabajadores interesa porque no siempre las distinciones de dan porque unos sean más trabajadores que otros, que en realidad hace a los trabajadores responsables y/o culpables de cualquiera de las situaciones  de injusticia que se puedan dar en el interior social.
       Después de lo expuesto en los capítulos anteriores sobre estas asuntos creo que las pensiones públicas no pueden ser un derecho económico de las personas por haber trabajado más o menos y tener más o menos derecho a que sea digna según en qué lo han hecho, sino que han de ser un derecho de las personas a la dignidad de estar con vida.
       La no consolidación de estos derechos a la dignidad y a la vida es uno de los más graves problemas que tienen las jubilaciones ideadas desde la perspectiva del trabajo y del trabajador y que son las que interesan al sistema. Esta manera de hacer produce una injusticia tal que en la tercera edad es donde más índices de pobreza se dan en estos tiempos y donde cuajan y  se vuelven a dar por definitivas las injusticias que se han generado durante toda su vida y que se han alimentado desde una la gran desigualdad de oportunidades en que partieron antes y siguen partiendo en la actualidad.
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Ya hemos visto qué representan las pensiones cómo se calculan y quién tiene derecho y cómo tiene el derecho consolidado. Esta forma de proceder se puede calificar como una estafa piramidal a gran escala perfectamente ideada en la que todos los beneficiarios son cómplices y encubridores. En el sistema existen también dos versiones de cómo tiene que ser el futuro de las pensiones y los derechos de los pensionistas.
       ·      Pensiones públicas.
      Que son de las que trato en esta exposición y por las que abogo sean universales y no pendientes de qué y cuánto se haya trabajado.
       ·      Pensiones privadas que complementa a las públicas.
      No procuro por ellas porque son la nueva argamasa del sistema con la excusa de asegurar y rentabilizar las aportaciones.
       Las bajas por enfermedad o accidente aunque con unas condiciones muy diferentes según quién sea y según dónde se trabaje también tienen una prestación para quienes están trabajando. Sin embargo, hay un sector importante de la población que no trabaja.
       Otra clase de subsidios sociales públicos a los que se tiene derecho por el hecho de haber trabajado son las prestaciones por desempleo. También a cuenta de haber trabajado. Esta prestación ayuda a salir para adelante a los parados durante esos primeros meses en los que todavía no son conscientes de que se han quedado sin trabajo. En estos días, este derecho permanentemente se va limitando bajo la excusa de que quien no trabaja es porque no quiere y porque no se pone a buscar trabajo en serio. Es muestra irrefutable para el sistema de que se está muy bien sin trabajar y que por lo tanto no es necesario remunerar la falta de trabajo.
       Cuando se acaba el paro a aquellas personas que demuestran que están en la miseria y que por falta de trabajo no tienen atendidas sus necesidades más primarias, en ocasiones se entrelazan otra serie de subsidios asistenciales que hacen ver la vida desde la perspectiva que ofrecen cuatrocientos euros para pasar el mes en familia.
       A otras personas, con otros requisitos especiales, también se les concede desde la asistencia social el derecho a una pequeña pensión con la que puedan proveer su subsistencia.
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En última instancia, en líneas generales, las grandes instituciones mundiales transmiten la idea de que son los estados los que en última instancias han de alimentar a sus ciudadanos si hiciera falta.
       Recuerdo a los jornaleros republicanos de mi pueblo que también tenían un verdadero interés en que para las familias que no tenían los recursos mínimos, desde el Ayuntamiento se le entregara: pan, leche y carne gratis, para que al menos a las criaturas no les faltara qué comer y que en las casas no se viviera cada día una tragedia.
        Podemos recordar los avances de la humanidad en este siglo a resultas de las reivindicaciones de aquellos hombres que aunque fueron asesinados impunemente y sus mujeres despreciadas porque en realidad, el devenir de la historia hizo posibles sus ideas.
        En aquellos años cuando en una familia humilde había un enfermo y había que comprar medicinas se .creaba un problema importante puesto que las medicinas en aquellos tiempos eran muy caras y había que pagárselas al boticario que era de poco fiar. Se ponían en marcha una especie de red de solidaridad entre familiares y amigos para comprar las medicinas a los necesitados. Ahora las medicinas se pueden adquirir de la red de solidaridad pública gratuitamente según las circunstancias.
       En estos años la educación elemental también es gratuita además de obligatoria para que a los niños no se les pueda llevar al tajo como se les llevaba entonces. Y en la adolescencia y para llegar a la universidad hay una serie de ayudas que posibilitan que estudie quien tiene capacidad. También la asistencia social a las personas con imposibilidades físicas o síquicas es de fácil acceso y en algunos casos también es gratuita.
        Aunque ahora quieren acabar con todo esto, hay que reconocer que está muy bien, porque estos derechos y atenciones públicas, resultan ser un salario social en especie. Aquella parte de la población pretende que se reduzcan lo hacen desde un egoísmo y una prepotencia que socialmente no pueden ser admisible, porque yendo un poco más allá, existen otros derechos y servicios, que también suponen un salario en especie y que esta misma parte de la sociedad quiere que crezcan a discreción porque lo reciben ellos en mayor medida.
       * Los servicios que prestan las estructura oficiales: policía, seguridad, juzgados. Todas tienen un coste que se pagan indirectamente con los impuestos y se disfrutan sin tener que afrontar un pago directo.
       * Las infraestructuras urbanas y la red de carreteras.
       * La conservación del medio ambiente: mares y montañas.
       * El cuidado de los jardines que adornan las plazas y las calles.
       * El entretenimiento oficial y fiesta populares también es gratuito.
       * El ocio y la cultura oficial… hasta los fuegos artificiales.
       * La atención religiosas festividades procesiones.
      Todos son bienes y servicios a disposición del ciudadano muchas veces a voluntad y sin ninguna clase de límite de ninguna clase.
       ¿Tendría que ser también gratis el pan y la leche…?
       Y ¿por qué no se ha de preocupar por el vivir cotidiano de aquellas personas que no tienen ninguna clase de recursos ni ninguna capacidad de generarlos es como si hubiera de pagar por el aire que respira?
       Ahora por el trabajo se paga un salario pero como hemos visto en capítulos anteriores desde diferentes perspectivas existe un salario social generalizado que crece progresivamente y que incluso ya hay muchas personas que tienen directamente su salario sin trabajar.
       O sea que cada vez parece menos importante tener que trabajar para conseguir cada cual el dinero pertinente para atender todas necesidades.
       Por qué no podemos imaginar que cada ciudadano tenga un salario social que al menos le garantice tener satisfechas las más básicas de todas las necesidades puedan ser atendidas sin necesidad de nadie.
      Al menos sus derechos universales a vivienda, vestido y alimento.
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viernes, 12 de diciembre de 2014

La insolvencia

       Este sistema está basado en que el dinero no puede dejar de rodar.
      Para ello necesita que existan diversos canales por los que fluya un caudal permanente. Si en alguno de estos canales se abre un boquete el flujo para, y el caudal, en lugar de llevar los intereses correspondientes a sus dueños se esparce en un entorno en el que nadie aprovecha.
       Sucede que siempre hay una parte de la población que no cumple la principal condición canalizadora de que devuelva el dinero que le ha llegado en forma de crédito de cualquier tipo para que el flujo no pare.
       A esa parte de la población que ha parado la corriente, que no ha sido capaz de mantener sano su canal, que no puede seguir en moviendo su noria, cuando los cangilones de su trabajo se han volcado vacíos y el dinero ha ido a parar a un pozo sin fondo del que ya no se puede sacar ni con su propio esfuerzo, cuando las armas del sistema fracasan, entonces se les aplica una condena perpetua que no redimirá mientras viva.
      Es la insolvencia.
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      Son muchas las personas que creyeron que iban a poder montar su propia empresa y crearse su propio puesto de trabajo y que luego las condiciones del sistema y las actitudes sociales no se lo han permitido independientemente del esfuerzo que hayan realizado. Bares, comercios, peluquerías, en fin: pequeños negocios han llevado a muchas personas a las que les habían manipulado desde niños sus conciencias con el deber de trabajar como sea y de su libertad a emprender cualquier negocio, que se arriesgaron con lo desconocido para trabajar y buscarse la vida y que ahora se han visto condenadas a responder económicamente de lo que nunca van a tener por mucho que vuelvan a emprender y trabajar.
       Porque, no hace mucho tiempo, cuando se estaba en la construcción de los pies de barro del sistema, un día, también algunas personas con ambición y ganas de tirar para adelante sin tener que depender de nadie, buen mérito personal, se metieron cargados de entusiasmo al sistema. Se subieron a la rueda con la que pensaron iban a poder hacer rodar su vida y fracasaron y el pilón del sistema los aplastó sin misericordia y ahora andan sin rumbo en medio de un paisaje convertido en irracional.
       Estas personas llenas de confianza en sí mismas y en su intento de hacerse valer, la mayoría de las veces lo hicieron personalmente, sin proteger sus intereses particulares con una sociedad limitada y ni aún a sabiendas de que la solvencia y el riesgo hubiera sido la misma porque le hubieran hecho entonces firmar todo a cuatro manos, pero al menos el parapeto les hubiera servido de alguna defensa:
       ·        Alquilaron un local y el pagaron al rentista.
       Contratos, fianzas, avales, compromiso de estancia.
       ·        Fueron al banco pidieron crédito y pagaron desde el primer día sin darse cuenta de que era un atraco consentido por el Banco de España ante el que quedaban indefensos: comisiones de todo tipo, intereses y gastos y una normativa de exigencia de los impagados inimaginables.
       ·        Pidieron a las autoridades municipales los permisos pertinentes y las correspondientes licencias y apoquinaron: tasas, contribuciones e impuestos, mucho antes de que hubieran empezado la actividad.
        ·        Se asesoraron de aquellos profesionales de los que supusieron que sabían más que ellos, aunque a la hora de la verdad, de sus intereses nada se preocuparon. También les pagaron cuanto les quisieron cobrar.
  Todos los factores se llevaron los suyo.                                           
       Ellos nunca cobraron nada por su trabajo.
       Porque fracasaron, ahora les queda pendiente la deuda que no terminaron de cobrar todos aquellos factores que siempre al amparo de las leyes que los protegen tratan de cobrar lo estipulado de parte. Esta deuda se convierte en una trampa de la que no se puede salir en la vida.
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 Por otra parte: la crisis de las hipotecas particulares y de primera vivienda y la sucesión de los desahucios en todas sus variantes va a dejar un rastro tan difícil de borrar que pasarán dos generaciones y todavía quedaran huellas. La deuda que a muchas personas les han adjudicado después de perder su vivienda es tan grande que no la van a poder pagar ni dedicando toda su vida a ello. No querer hacer la dación en pago con efectos retroactivos como exige la Plataforma Stop Desahucios va a tener unas consecuencias que va a afectar a una parte muy importante de la siguiente generación, al menos a aquella parte cuyos padres no podrán tener ni una cuenta corriente ni una nómina y que ya siendo adolescente, va a sentir la escasez vital irremediable.
      Entre quienes se encuentran en esta situación por unas causas u otras, más todas aquellas personas que les avalaron y que se ven en las mismas circunstancias, se puede calcular que la crisis que no cesa hasta este momento estará perseguido en torno al diez por ciento de la población con requerimientos de los juzgados, por las agencias de cobro dedicadas es estos efectos e incluso por quienes han comprado su deuda en origen a precio de saldo.
       Sin duda para aliviar los males que en el sistema financiero con su deuda están causando los insolventes, el gobierno de Rodríguez Zapatero: aprobó un decreto de 15 de Mayo de 2010 en el que se definía el procedimiento para que las pensiones de jubilación de quienes han sido declarados insolventes, pudieran ser embargadas con arreglo a los importes y límites que determina la ley y que poco a poco se vayan los pobres resarciendo y en todo caso sirva de aviso y escarmiento.
       Lleva toda reflexión a un punto en el que definitivamente divergen los intereses financieros con los ciudadanos y humanos, en el que quizá el único beneficio real es que con estas nuevas ocurrencias y realidades van a cambiar las conciencias de muchas gentes y va a ser más difíciles de manipular prometiendo un mundo de sueños y vanidades.
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       Sin duda son los insolventes los más perjudicados por esta crisis que está disolviendo el sistema. También son los más olvidados socialmente y más todavía si cayeron en desgracia por emprender un negocio.
        Ahora aunque el sistema ya se haya apropiado con todo su neto patrimonial, aunque fuera residual porque las leyes y las prebendas lo avalan y permiten, sin embargo, a estas personas, ya desposeídas, el sistema tampoco les va a perdonar en el futuro tratando de subsistir.
 
  Y serán insolventes toda la vida.
  Y no podrán trabajar de forma reglada en su vida.
  Y como no trabajan no alimentan al sistema y lo sufren.
  Y quedan fuera del sistema.
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      Hay otra parte de la población que: aunque no hayan quedado por insolventes a costas de no haber hecho frente a sus deudas y de haber desistido a pagarlas, sin embargo por otras cuestiones vitales de: edad o de capacidades o de prejuicios, tienen las mismas circunstancias.
       ·      No van a tener trabajo con el que ganarse la vida.
       ·      No van a tener unos ingresos habituales con los que gobernarse.
       ·      Van a tratar de trabajar como puedan para disponer de dinero.
       ·      No van a tener cotizaciones para la jubilación.
       Ya vemos que van a ser muchas las personas que han sido expulsadas del sistema por no tener posibles. Son personas que sin duda tienen tanta dignidad como el resto y tanta inteligencia e incluso, dentro de su impotencia: tanto empuje como pueden tener las demás.
       Creo que las nuevas circunstancias que poco a poco ha de ir determinado la marcha y el deterioro del sistema, aunque esta parte social nunca votará y jamás tocará el poder con sus manos, sin embargo puede tener un protagonismo importante dentro del devenir del futuro.
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       Quizás las mentes claras no han echado las cuentas de que si hay un parte de la sociedad que no alimenta el sistema a base plusvalías, intereses, ahorro, endeudamiento, impuestos etc., el sistema se resiente.
        A la larga este sistema en su perversidad no puede subsistir con una parte de la población de brazos cruzados que no lo alimentan ni tan siquiera consumiendo y teniendo que hacer cargar con más esfuerzos a quienes todavía siguen trabajando para el sistema y que están llegando al punto en el que les sacan de sus entretelas más de lo que pueden aguantar y comprobando que poco a poco hasta parte de esta parte de la población van camino del fracaso y de la insolvencia.
        Además el sistema ya se ha mostrado incapaz de tener a una gran mayoría de la población trabajando y consumiendo y ofreciendo sus esfuerzos hasta la extenuación… es la pescadilla que se muerde la cola y cada día le es más difícil sanar los daños que genera.
        Pero no podemos obviar que la actual realidad dictamina que el compromiso de pago de los endeudamientos es para toda la vida y que los insolventes, en la medida en la que no van a poder pagar su deuda, en la medida en la que no van a poder tener para su vida económica una segunda o tercera oportunidad, si no saldan la deuda de manera real, aunque fuera de la misma forma en la que se saldan o cercenan en las suspensiones de pago o concurso de acreedores, se habrá de limitar el poder del dinero y la necesidad de trabajar o el propio sistema van a ser el primero que por mucho que maniobre no va a conseguir nada.
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