domingo, 19 de mayo de 2013

Las necesidades

Las personas mientras vivimos tenemos algunas necesidades.
A la obligación de trabajar le da sentido social la satisfacción de las necesidades humanas. Sin duda que desde esas necesidades se puede establecer la responsabilidad de trabajar, pero para encontrar sentido al trabajo y justificar su obligatoriedad, lo que concibe el sistema en el que vivimos es crear cada día nuevas necesidades, las más de las veces ficticias que sean generadoras de trabajo y que muevan las otras rentas.
En estos tiempos las necesidades están empezando a ser infinitas

Recuerdo que un día hace algunos años, me dijo un amigo que le tenía que comprar un ordenador al hijo para hacer en casa los deberes que le ponían en la escuela. Yo le dije que no se lo comprara, no sólo porque no tenía por qué hacer el mocete los deberes en casa, sino porque a esa edad por mucho que se empeñen no hace falta un ordenador para hacer nada.
Que no Pedro, que no puedo… que no es así… que tú no sabes qué es estar escuchando al hijo que todos sus compañeros ya tienen un ordenador en casa y que con el ordenador hacen los deberes y que además pueden hacer lo uno lo otro y ciento… y todos los días la  misma canción  que no sé yo si no le voy a crear un trauma.
Un argumento irrefutable.
Una nueva necesidad creada.
Una más creada en la mayor fábrica de despropósitos.
Pasados los años esta realidad ha pasado a peor.

Y lo cierto es que además, por arte de birlibirloque, desde arriba y desde abajo y por un lado y otro, descubren una insatisfacción y nos crean las necesidades sin que nos demos cuenta de que el día anterior ni las conocíamos. Unas necesidades que si no las satisfacemos de inmediato, nos parece como si se nos fuera la vida a cachos por entre las alas del alma.
Así van naciendo las necesidades más inimaginables, que ya tiene mérito gestarlas solamente con ingenio de la nada, y por medio de la publicidad, la propaganda y la manipulación informativa, que también tienen la habilidad de trasmitirlas con una fuerza que las hace irresistibles para quien tiene con qué y a quien ni siquiera tiene posibilidad de consumirlas. Necesidades que en muy poco tiempo se hacen habituales, naturales e imprescindibles.

Las necesidades sociales que hemos de satisfacer los humanos al menos en este mundo occidental se pueden establecer por este orden en la siguiente lista:
·         Necesidades básicas en gran medida financiadas con los impuestos y que las instituciones públicas tratan de satisfacer con carácter universal, y en algunos casos obligatorio, que son la base de lo que se ha dado en llamar el estado de bienestar.
Educación.
Sanidad.
Asistencia social.
Subsistencia digna.
Estructuras civiles.
Para la satisfacción de estas necesidades también existe una red privada que compite con la pública llamando a su desprestigio sin pararse en ciernes, y que su diferencia principal consiste: en la distinta manera de entender el trabajo de las personas que tienen contratadas que lo envuelven en mejor calidad.
Desde estas necesidades básicas a las que hay que dar respuestas  que constituyen un mercado inmenso porque afectan a la mayoría de la población, todos los agentes privados con capacidad de actuar, hacen lo imposible por copar, mantener y ampliar su negocio o su poder tomando cada vez más parte en el reparto.
La defensa de que estas necesidades básicas sean cubierta por parte del Estado, se construye, con algunos funcionarios que piensan más en sus intereses como “trabajadores” que en los intereses de la ciudadanía a la que brindan sus servicios, y se realiza sin pararse a reparar sus deficiencias organizativas y sus despilfarros de trabajo para no molestar a quien más y mejor lo afianza: el Estado
Las personas que no tienen ningún medio de vida tienen derecho a pequeñas pensiones para cubrir las mínimas necesidades vitales
·         Otras necesidades las satisface mayoritariamente la actividad privada. Por promover estas necesidades y dar preeminencia  a las unas sobre las otras es por lo que se influye en las conciencias de la población con grandes avalanchas de publicidad y propaganda para que individualmente casi siempre de una manera engañosa opte por satisfacer unas antes que las otras y para que de cada una sean las suyas antes que las de los otros.
Es una batalla en la que se utiliza el marketing para introducir en la conciencia social los hábitos con los que luego se desarrollan grandes estrategias económicas
- Alimentación.
- Vivienda,
- Vestido y calzado.
- Ocio y entretenimiento.
- Enseres y cacharros.
- Y toda clase de servicios que nadie pudiera necesitar y que sin embargo se hacen necesarios.
Para satisfacer estas necesidades en el sistema entre quienes prefieren las grandes ofertas en perjuicio de las pequeñas se han maduro dos maneras de afrontar su logística hasta el consumidor. Una batalla económica y social muy importante y trascendente en la que amparados por la fuerza del tamaño las necesidades se satisfacen cada vez más desde las ofertas más grandes.
Las grandes empresas y los productos o servicios que se hacen más trascendentes en estos tiempos, han tratado de aprovechar las economías de escala y utilizando los nuevos sistemas de gestión comercial y abusando de la publicidad y la propaganda llegan hasta el consumidor con  cierta superioridad sobre la competencia más pequeña. Operan de tal manera que saben aprovechar los beneficios de mercado que ofrece el sistema a los más grandes y con el que vuelven a ganar ventaja.
Esta  forma de llegar hasta el consumidor hace que la detección de las necesidades y la satisfacción se diseñan cada vez de puntos más altos y más lejanos del consumidor final jugando en buena medida con esa parte que la humanidad tiene de estulticia y complicando sus vidas.
·         Aparte de estas necesidades objetivas, hay otras muchas que tienen un carácter más subjetivo y que también son inducidas por el mismo sistema. Estas necesidades se exige que las administre el Estado aunque cada vez más se hace de manera privada.
Control y organización social.
Seguridad.
Estructura e instituciones públicas.
Estas necesidades a la que desde su irracionalidad se le dan apariencia de necesarias y razonables son las que más están alimentando y creciendo en las últimas décadas. Para mantener el andamiaje del sistema los factores que lo sostienen necesitan de una sociedad temerosa que exija que se le proteja mientras llegan a conseguir la satisfacción de esas nuevas necesidades. Una sociedad absolutamente controlada por el poder para el que no pasa desapercibido ni el mínimo detalle.


Recuerdo una historia que me contaron no sé si cuando era niño o ya era adolescente y que viene al caso de las necesidades creadas.
Un viajero llegó a un pueblo y cosa rara, llevaba un sombrero que adornaba su cabeza y llamó mucho la atención cuando llegaba andando por el camino. Por aquellas tierras los habitantes nunca se cubrían la cabeza porque estaban convencidos de que la naturaleza había provisto que la cabeza se cubriera con el pelo para calmarla del calor y del frío, y así cada cual llevaba el pelo a su manera sin más necesidad que cortarlo de vez en cuando con unas tijeras. El viajero se hospedó en la fonda que había en el centro del pueblo y a media tarde salió a pasear por la plaza y la calle Mayor luciendo  su sombrero. A nadie le dijo nada, quizás porque no hablara el mismo idioma que los aldeanos, pero cada vez que se cruzaba con alguno de ellos con su mano levantaba el sombrero y les saludaba. Todos le miraban sonrientes, sorprendidos y agradecidos. Así pasaron la tarde el viajero y los aldeanos dando vueltas por el centro del pueblo  más concurrido que ninguna otra tarde, porque se dio la ocasión de que algunos aldeanos también salieron de propio de sus casas para que les saludara el viajero con su sombrero. Al día siguiente un socio del viajero se presentó en la plaza con una mesa en la que colocó unas pilas de sombreros de todos los modelos, tamaños y colores. Antes de que se hubiera recogido el sol ya los había vendido todos a razón de doce reales cada uno.

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