domingo, 9 de febrero de 2014

La división del trabajo


Desde el punto de vista histórico, también a nivel social y humano, la división del trabajo ha puesto unos límites a la humanidad que hasta hace muy poco tiempo no se han superado por completo.
      ·         Los hombres a ganar el pan.
      ·         Las mujeres en la casa con la familia.
      Esta manera de organizarse también aparecía en la novela sagrada en el mismo capítulo, la primera división de tareas en la historia de la humanidad quedaba plasmada, de la misma manera en la que estaba determinada la maldición divina de trabajar.
      Desde esta idea, por la cual cada quien tiene un destino en la vida, una de las circunstancias que más ha perjudicado a la humanidad a lo largo de la historia ha sido la división y la especialización del trabajo.
      Este es el proceder social que se ha practicado en la disposición económica y social de nuestra civilización, es lo que ha llevado a que la organización del trabajo se basara en que cada persona había de saber hacer algo: tener una profesión con la que justificar su comida. Así nos encontramos con que cada persona en función de la familia en la que nacía o el lugar en el que vivía, desde niño, optaba por ser lo que fuera a pesar de que esa opción salvo honrosas excepciones le imposibilitaba que pudiera ser nada más en su vida.
      Con la división del trabajo que se ha conformado socialmente durante los últimos siglos, desde la misma estructura social y urbana que generaron los gremios hace más de dos mil años cuando el trabajo se fue especializando de una manera clara incluso siendo separado cada oficio: físico, social y económicamente, la moderna concepción del trabajo ha superado estas estructuras de aquellos oficios y gremios nos ha llevado a que haya especializado el trabajo no solamente a una determinada profesión sino a una tarea concreta.
       En la actualidad hemos llegado a un momento en el que ya casi todas las personas hemos optado por despreciar la pericia para hacer nada que no tenga que ver con lo que es nuestra faena profesional. Esta división se ha tornado de tal manera que podemos llegar a ser expertos en cualquier tarea, que además pude ser una tarea inútil, y además ser absolutamente inútiles para todas las demás tareas aunque tengan un tronco común y una técnica similar a la que somos expertos.
      Esta forma de entender el trabajo, que podía ser muy práctica, se fue implantando en la sociedad desde la cultura gremial del medievo en la que las necesidades eran muy limitadas. Pasado el tiempo, hasta hace un siglo, estructurar la sociedad así, podía llegar a tener algún sentido si se entendía que cada cual socialmente, tenía su tarea y tenía bien definido lo que podía hacer y lo que debía hacer en la vida. Quizás  hacerlo así ayudara a que la sociedad se organizara de una manera muy sencilla repartiendo tareas y recursos entre casi todos.
      Con la revolución industrial se profundizó esta especialización del trabajo hasta llegar a un punto, en el que quien trabaja puede ser capaz de hacer cualquier tarea muy específica y complicada en un punto de la producción sin tener ni idea de todo lo que se hace en el conjunto de lo que se produce.
       Y quien ha llegado a tener un oficio desde el que ha tenido una visión en conjunto de su trabajo, ha sido dentro de una cultura de lo que significa la profesión que todavía tiene mucho de gremial. Si la familia es de padres médicos los descendientes serán médicos, si son abogados, practicarán la abogacía, si trabajan con el hierro trabajarán en la fragua y si con la madera con la madera y si son albañiles y construyen casas construirán casas sus hijos, y si son funcionarios serán funcionarios, si son peones todos los descendientes serán peones para toda la vida.
       Y más tarde, en estos tiempos en los que es más importante el control y la seguridad y tener entretenidas a las personas para que no tengan malos pensamientos, sobre todo con el crecimiento de las estructuras administrativas pública y privadas, la división del trabajo se ha asentado y multiplicado de una manera implacable en la burocracia y el funcionariado.
      Hace unos años fui a las oficinas de la policía a recoger mi carnet de conducir. Los entregaban en la primera planta y al subir por las escaleras me encontré con un mostrador en el que estaban atendiendo dos policías. Uno de ellos, sentado a la derecha era el que entregaba los carnets y tenía una larga cola de pacientes ciudadanos esperando para recogerlos. El otro, a su lado, como sujetando el pilar de la izquierda en el que se sujetaba el edificio, con la mirada caída y el bolígrafo en los labios con actitud de pensador que se aburre pensando, no tenía nadie que esperara su trabajo. Pasado un buen rato y cuando yo ya estaba el segundo de la fila y queriendo ahorrarme unos segundos de espera me puse delante de quien estaba pensando y le di los documentos que llevaba para recoger el carnet.
     Ay perdón yo no le puedo atender… no sé hacer eso. Me dijo.
Esta especialización del trabajo es también la que ha obligado a tener que  cambiar un trabajo por otro con mediación del dinero. Con la división del trabajo hay quienes hacen unas cosas y quienes hacen otras, cada persona en su casa con lo que sabe hacer y el dinero en todas las casas para que lo gaste quien quiera. Aunque luego resulta haber más en unas que en otras: también según el cociente que haya resultado de la división del trabajo. Con independencia de la tarea que cada cual realiza, desde esta especialización nadie piensa en el bien común, sino que por el contrario: alimenta la codicia vanidosa de quien tiene el trabajo más imprescindible y con menor oferta.
      En consecuencia, con esta división y  especialización del trabajo nos es más difícil procurar nuestra propia subsistencia. Actuar así, debido a que son muy pocas las cosas que sabemos hacer de manera autónoma, creamos una interdependencia entre las personas que es malsana por la misma necesidad que supone que sea casi imposible de superar. Así, para casi todo lo que necesitamos, aunque sea muy simple, alguien nos tiene que ayudar y colaborar a cambio de dinero.
      En la actualidad se defiende esta especialización del trabajo por una hipotética y falsa mejora del rendimiento del trabajo porque aseguran que llega acompañado por un mayor conocimiento de lo que se hace. Sin embargo con la especialización y división del trabajo se muestra a la sociedad: individual y colectivamente sus propias incapacidades y profundiza en la creencia de que no es necesario ni posible llegar a ampliar su horizonte de sapiencias y pericia. Esta misma división y especialización rechaza el aprendizaje, la formación y el conocimiento de las personas y la necesidad de que adquieran otras aptitudes.
       A pesar de la especialización de cada trabajo la realidad es que casi todos los grandes avances en todos los sectores han llegado de mano de quien no se había iniciado en ese oficio. Alguien que llegó un día y lo observó desde fuera y comprobó cómo los vicios los defectos y los malos hábitos era la cuerda con la que se unían y comprobaron que esa eficiencia de la especialización era una gran mentira con la que se ocultaba mucho trabajo inútil y una vanidosa importancia.
       Pero vista esta división del trabajo más cercana en el tiempo, tiene algunas consecuencias que en apariencia parecen baladíes pero que son muy determinantes en la vida de las personas:
       ·      La gran mayoría de los trabajos aunque sean de un cierto nivel tecnológico se han diseñado y diseccionado de tal manera que con un poco de entrenamiento no se necesita formación de ninguna clase para realizarlos. Si se necesita algún conocimiento no es más que lo que se puede aprender en muy pocos días con un mínimo de comprensión. De lo que yo he visto, en el noventa y nueve por cierto de las ocasiones, en el trabajo hay que tener más destreza que conocimiento.
       ·      Muchas vidas se han visto desaprovechadas porque se han sentido preparadas para realizar un trabajo que nunca han tenido. Luego han sabido que aunque lo hubieran tenido significaría poco más que una pieza más del engranaje de la máquina de trabajo en la que estuviera destinada por el aparato burocrático. Conozco de muchas personas, que en esa espera ansiosa por realizar el trabajo de sus sueños, sus ilusiones vanas les han podido y ni siquiera han activado su tiempo en dedicarlo para ellas mismas, para sus adentros, independientemente de para lo que estuvieran preparadas.
       En los núcleos más religiosos y que mejor guardan las esencias monoteístas, esta división entre hombres y mujeres de la que hablaba al principio todavía es una ley y sigue siendo una manera de entender la organización social que no hay manera de cambiarla. En buena medida la sociedad lo ha superado pero sin embargo esta división del trabajo desde todas sus caras es la que hay que tratar de superar.
       La especialización absurda del trabajo llega hasta el punto de que necesitamos que en la carnicería nos empanen una chuleta de jamón de cerdo envolviendo una loncha de queso porque no somos capaces de hacerlo en casa por nuestros propios medios.
     Seguro que estamos muy cansados de tanto trabajar en lo nuestro.
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