Ya hemos visto cómo el dinero es el elemento que mueve
desde la estratosfera financiera hasta las capas sociales más míseras.
Si circula lleva vida a los diferentes niveles
sociales.
Su valor es el que determina definitivamente las
grandes y las pequeñas decisiones y el sistema existe porque a las personas se
les ha concienciado para que trabajen por dinero y para ganar dinero y que
cuanto más trabajen más dinero pueden ganar.
Si no: ¿por qué iban a trabajar?
Y trabajar o no trabajar es una de esas decisiones del
dinero.
Aunque quien tiene dinero la mayoría de las veces no
trabaja.
Creo que hay al menos tres maneras de entender el
dinero y que viven en mundos distintos que parece no fueran comunicantes.
· Todo se mide en
valor de dinero en las lejanías del universo financiero. Utilizan para la
medición unas cantidades de las que no es fácil imaginar su verdadero volumen y
para despistar manejan los ratios y los coeficientes de tal manera que nadie puede
saber cuántos ceros tienen en realidad las cifras de las que hablan.
·
La clase mayoritaria,
que es la que sostiene el poder, aunque se queje cada día, es la que realmente
tiene el dinero contante y sonante incluso en estos tiempos de crisis.
Sabe qué es el dinero: lo entiende y lo teoriza.
Lo cuenta y lo recuenta… y guarda por un poco de interés.
Cuando ahorra poco es porque las cosas van mal.
Y mide el grosor de su cartera comprobando cómo echa
barriga.
El dinero es en realidad el destilado de dignidad con
el que ellos tapan las mentiras sobre la que se mantiene el sistema.
Solventan sus conciencias haciéndose los pobres
inocentes.
* Pero también la
vida se mide con dinero hasta en los lugares en los que la escasez hace muy
fácil su medida: se precisa poco más que unas monedas. Un dinero que también
fluye entre las miserias de las capas más pobres de la sociedad muchas veces
rebajando la dignidad y vendiendo pena, y siempre estirando los billetes
pequeños de uno en uno hasta llegar a hacer de un duro seis pesetas.
Para dibujar algunas de las distintas formas que
existen de entender el dinero: cuando se habla dinero, voy a poner tres
ejemplos sencillos que pueden representar buenas imágenes de lo que digo.
· Para la primera
percepción de entender el valor del dinero en las alturas, no he
encontrado mejor imagen que esta historia que escuché una noche en una emisora
de radio, quizás, para justificar de aquellas maneras insólitas en las que se
evidencian las cosas más inverosímiles. Alguien trataba de explicar por qué el
valor de los jugadores de futbol era tan desorbitado pero que ese precio era
intranscendente.
Dos amigos se
encuentran después de muchos años sin haberse visto, se saludan y se
entretienen un rato preguntándose cada uno por la vida del otro. ¿Qué tal te
va…? ¡Bien muy bien...! ¡Y yo también muy bien…! ¡Bueno yo tengo un problema
que no veo la manera de solucionarlo…! ¡Si me lo cuentas y te puedo ayudar..!
Tengo un perro que quiero vender y chico no hay manera…! ¿Y cuánto vale el
perro... que si no es mucho a mi no me importa comprártelo…? ¡Pues lo quiero
vender en diez millones de pesetas…! ¡Ay bueno pero ese precio es mucho para
mí, lo siento! Los dos amigos se despiden y da la casualidad que al poco tiempo
se vuelven a cruzar de nuevo, y se vuelven a preocupar el uno por la vida del
otro. Ay, por cierto, ¿ya conseguiste vender el perro..? ¡Sí, sí… ya lo vendí…! ¿Y lo vendiste por los diez millones de
pesetas…? ¡Sí, lo cambié por dos gatos de cinco millones cada uno…!
Hay unos estadios en los que pareciera como que a la
sociedad no le debiera afectar para nada cómo tratan con el dinero. Unos
universos en que el valor del dinero no sirve de referencia para el resto de
los mortales porque su valor parece que es absolutamente indeterminado y es
como si estuvieran hablando de una colección de cromos o de hacer las
transacciones con dinero falso.
Pero esto no es cierto.
· Para la segunda manera de entender el dinero, aquella
que sostiene el poder y el sistema, voy
tratar de reproducir lo que me dijo un día un compañero de trabajo.
A lo largo de
mi vida he observado a gentes a las que no les hacía falta de nada y que sin embargo
se desvivían por dinero. El mayor sofocón les llegaba por unos céntimos. Para
ellos siempre hay un derecho para pagar por cualquier cosa un poco menos que lo
que piden, y no por necesidad o porque no lo puedan pagar, sino porque así es
como se administra el dinero: el último duro siempre se lo ganan ellos. Nunca
piensan que el dinero que ellos no pagan: el otro no lo cobra, porque el dinero
de los demás no tiene ninguna importancia para ellos. Son personas para las que
no hay mejor conversación que aquella en
la que aparezca el dinero: cuánto me costó, cuánto me ahorré o cuánto saqué por aquello, cuánto tenía y
cuánto tengo.
Yo he
calculado que la media estadística son siempre tres mil euros,
Y no se dan cuenta que hoy los tres mil euros
no sirven para nada… que es mejor no tenerlos.
Le dije yo para apagar su envidia.
Desgraciadamente esta es una conducta muy extendida en
la sociedad en personas que por sus adentros se creen más inteligentes y
cabales que nadie. Una calaña social que trata cada minuto de defender su
dinero como si alguien se lo estuviera robando y defendiendo el dinero mal pierden
la vida entre sofocos.
· También leo en
algún sitio que no sé si será verdad o no, pero también es una imagen muy
representativa de la realidad de las capas sociales más bajas.
En alguna
ciudad hay dos iglesias en la misma avenida: una en cada uno de los extremos de
su largura. En la puerta de la
Iglesia más antigua la que está más cercana al centro de la
ciudad una mujer mayor tiene allí reservado su sitio por unas horas como si
fuera un derecho adquirido y respetado. Cuando recoge la manta de su colecta y
cuenta cómo le ha ido el día se llega despacio a la puerta de la otra iglesia y
pasa al lado de quien allí está pidiendo y le echa unas monedas en su canastilla.
Es que la puerta de esta iglesia es peor que la puerta que de la iglesia en la
que yo paso el día… que aquí pasa menos gente.
Leí que decía la pobre.
Son aquellas personas para las cuales el dinero tiene
otro valor y saben sacarle chispas a la moneda de cincuenta céntimos y que a
fuerza de penurias han aprendido a ponerla allí dónde hace falta y a hacerse los despistados cuando no la tienen.
Personas que sin tener un sentimiento de caridad ni de solidaridad, conociendo
de las vicisitudes de la vida, son capaces de hacer lo que hay que hacer en
cada momento sin importarles nada y menos que nada el dinero.
Estamos acostumbrados a escuchar estas cifras tan
asombrosas que sirven para adornar las noticias en medio de la crisis, que nos
parecen lejanas y que al parecer no nos afectan para nada. Cantidades de las
que no nos hemos de preocupar porque nada nos concierne.
Nos dicen por ejemplo que:
· Un director
general de un banco muy conocido cobra diez millones de euros al año.
Un banco es una empresa privada: no nos concierne para
nada.
Y además como paga de impuestos al Estado la mitad de
lo que gana mejor porque así ganamos todos.
· Cuánto cobra un
determinado futbolista libre de impuestos.
Sin embargo, debemos estar contentos porque es la
mejor inversión que ha hecho el equipo porque lleva el nombre de la ciudad a todos los rincones del mundo…
y si vende camisetas es igual que ni siquiera juegue al futbol.
Además lo pagan las televisiones y los que van al
campo y para todos los demás es gratis.
·
A un determinado
actor o cantante que le pagan no sé cuántas porradas por llevar la imagen de no
sé qué por el mundo.
Pero lo hace por el amor tan grande que tiene por su
tierra.
Y además ha hecho una gran rebaja en su caché.
Sin embargo todas esas cifras las acabamos pagando
entre todos.
Todo es dinero y es la parte social más numerosa la
que de una manera u otra lo, directa o indirectamente, acaba pagando todo: al
director del banco, los impuestos al Estado, la ficha del futbolista, al actor,
al cantante, a todos con una lluvia fina de cargos y cargas con la que nos
cargan y todo sale del trabajo de unos pocos sin que sea mejor para ninguno de
ellos.
Porque en este sistema está todo comunicado.
Y el elemento
con el que se comunica es el dinero.
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